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Vol. 12 Nro. 1, Enero-junio 2023
ISSN: 2602-8174
Micromachismos, la violencia invisible en relaciones de pareja
RESUMENRESUMEN ABSTRACTABSTRACT
Esta investigación analiza, desde una perspectiva de
género, la existencia de actitudes y comportamientos
sutilmente violentos en relaciones de pareja. Su
n esencial consiste en identicar las tipologías de
micromachismo y las valoraciones de las parejas
respecto a la violencia invisible. Constituyen la
muestra 8 participantes, 4 parejas heterosexuales,
monógamas, con edades comprendidas entre 20
y 75 años. La entrevista semiestructurada y la
narrativa personal se utilizaron como herramientas
de recolección de información. Dada la naturaleza
de los datos, se utilizaron un enfoque cualitativo y
un diseño fenomenológico. Se lograron evidenciar
todas las tipologías de micromachismos, junto con
sus efectos adversos. Los resultados señalan una
creciente conciencia social hacia la violencia de
género, aunque también existe una latente persistencia
en el uso de diversos tipos de micromachismos
evidenciados en los datos recolectados.
Palabras clave: Micromachismo, patriarcado, violencia
de género, violencia en pareja, machismo
is research analyzes, from a gender perspective, the
existence of subtly violent attitudes and behaviors in
couple relationships. Its essential aim is to identify
the typologies of micromachismo and the couples
evaluations of invisible violence. e sample
consisted of 8 participants, 4 heterosexual couples,
monogamous, aged between 20 and 75 years. e semi-
structured interview and the personal narrative were
used as data collection tools. Given the nature of the
data, a qualitative approach and a phenomenological
design were used. All typologies of micromachismos
were evidenced, along with their adverse eects. e
results point to a growing social awareness of gender
violence, although there is also a latent persistence
in the use of various types of micromachismos.
Keywords: Micromachismo, patriarchy, gender
violence, partner violence, machismo.
Micromachismo, invisible intimate partner violence
Daniela Pardo Cuenca
Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL)
danielalexapardo@gmail.com
ORCID: 0009-0005-0044-9232
DOI: 10.54753/eac.v12i1.1792
RECIBIDO: 28/02/2023 ACEPTADO: 14/04/2023
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INTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓN
Existe un consenso generalizado al considerar
la violencia contra la mujer en sus diferentes formas
como una manifestación oculta e imperceptible de
una cultura patriarcal que ha generado estructuras de
primacía masculina y relaciones de poder jerárquicas,
cuyo eje central son las conductas de dominación
masculina sobre la mujer (Martínez Rivera y Díaz del
Ángel, 2021). El patriarcado dene algunos patrones
de comportamiento en el que el poder y la desigualdad
son elementos que favorecen al hombre y postergan
a la mujer a un segundo plano, se interpreta como
el objeto de control y dominio de un sistema social
masculino.
Bajo la lógica patriarcal la violencia aparece
como un recurso para subordinar y manipular
(Cantera, 2002). Para conseguir esa clase de domino,
el varón acude a un abanico de actitudes, que abarca
desde la violencia más cruda y evidente hasta sus
microexpresiones, mecanismos sutiles de coerción,
que permanecen ignorados en el ámbito cotidiano
e incluso legitimados por el entorno social. Estos
últimos generan una creciente preocupación por
su naturaleza encubierta y silenciosa, además por el
enorme desconocimiento y tolerancia respecto a su uso
y sus consecuencias: sus efectos quedan impunes. Esto
representa obstáculos y resistencias para el alcance en
la igualdad de género (Bonino, 2004). Ejemplos de esta
circunstancia son los micromachismos, denidos por
primera vez por el terapeuta Luis Bonino (1995, 1996)
como aquellas prácticas de dominación masculina
cotidiana, imperceptibles y tenazmente sutiles, que
constituyen estrategias de control y microagresiones,
cuyo n consiste minar, menoscabar la autonomía
personal de las féminas, conservar dinámicas
asimétricas de poder y aprovechar la división sexual
del trabajo.
La peligrosidad de estas prácticas
normalizadas de abuso y control, radica en la
dicultad de identicación y su naturaleza nociva
para la integridad psicológica de las mujeres, entre
los efectos más comunes del uso prolongado de
los micromachismos se destacan: Deterioro del
autoestima, la autocredibilidad, la autonoa y la
lucidez mental, parálisis del desarrollo personal
y agotamiento mental. Por todo ello, es imperante
el reconocimiento de estas actitudes sutiles de
dominación, que, por su modo de operar, resultan
imperceptibles o a simple vista banales, pero que a
largo plazo generan un daño signicativo en la calidad
de vida de las mujeres (Bonino, 2004).
MARCO TEÓRICOMARCO TEÓRICO
Todas las culturas elaboran cosmovisiones
sobre los géneros, cada sociedad, pueblo, grupo social
e individuo tienen una concepción única de género
basada en su propia etnicidad.” (Bonino como se citó
en Lagarde, 1997). Al parecer, la masculinidad y la
feminidad son constructos sociales cuya adherencia
responde a un sistema de creencias interiorizado
gracias a la sociabilización, la educación y las
inuencias recibidas desde la infancia, que enseñan al
individuo de manera implícita o explícita el lugar social
que ocupa (Hardy y Jiménez, 2001). Como resultado,
se estructura un sistema cultural patriarcal que
perpetúa modelos sumamente rígidos de ser hombre
y ser mujer atribuyendo cualidades, características y
roles a las personas en función de género (Torralba
Borrego y Garrido-Hernansaiz, 2021), así respalda
un conjunto de prácticas que polarizan los sexos y
producen una contraposición excluyente entre lo
considerado femenino y masculino, también recrea
patrones de comportamiento en los que el poder y la
desigualdad son elementos que favorecen al hombre y
desfavorecen, subordinan a la mujer.
En un mundo patriarcal, la desigualdad social
impuesta a las mujeres es socialmente aceptada y
naturalizada, bajo la noción de la inferioridad de la
feminidad, por lo que todo aquello que tome esta
designación sufrirá explotación y marginación,
en benecio del hombre y lo masculino (Mena
Valderrama, 2022).
Si bien en los últimos años la violencia hacia
las mujeres ha sido sin duda una problemática
ampliamente estudiada y debatida, suele hacerse
reriendo básicamente aquellas conductas de
violencia extrema, cuyas consecuencias son innegables
y socialmente rechazadas. Cormos (2023) se acerca
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a condenados por violencia; López-Pérez (2023) a
la violencia física severa o moderada que padecen
mujeres con alguna discapacidad; Pineda et al. (2023)
a clases de violencia que llegan hasta el homicidio;
Zuloaga Lojo y Alemán Salcedo (2022) tratan la
violencia como procedo judicial y como crimen; y
Villagrán et al. (2022) aplica una escala estandarizada
de gravedad (Escala PS-IPVAW). A menudo, se ha
dejado de lado las violencias que no son tan evidentes,
las microviolencias o micromachismos, en los que la
tolerancia y el desconocimiento son aún enormes.
Ninguno de los estudios arriba revisados estudia esta
clase de violencia.
En el arqueo de fuentes realizado, además de
los estudios efectuados por Bobino, solo se localizaron
tres trabajos, dos abordaron el micromachismo en
México y otro en España. El primero en una institución
de educación superior en la que se matriculan sujetos
de clase alta, se enfocó en la etapa del noviazgo y se
publicó en 2017. Román Pérez y Hernández Reyes,
sus autores, lo titularon Juventud universitaria,
micromachismos y relaciones de noviazgo. El segundo
se titula El micromachismo presente en la región
centro de México, la ejecutaron Sandoval Vázquez et
al. (2018) en los estados de Guerrero, Morelos, Puebla
y ciudad de México. Participaron en el estudio 379
hombres mayores de edad entre los 18 y los 40 años.
Otro estudio se realizó en España. Ferrer Pérez et al.
(2008), mediante llamada telefónicas, aplicaron un
cuestionario de 25 ítems, a una muestra representativa
de 1351 personas de ambos sexos, aunque la balance
se inclinó un poco hacia las mujeres, quienes
representaron el 51.2%.
Desde las investigaciones con enfoque de
género aún queda un largo camino por recorrer en
pro de la deslegitimación de las microagresiones y
las dinámicas de inequidad social. Considerando
esta realidad, desde nales de la centuria pasada,
el psicólogo Luis Bonino (1995, 1996) ha estado
revisando estas manifestaciones tenues de violencia
que han sido. Igualmente, tenuemente atendidas,
las cuales llamó micromachismos (mM). En 2004,
actualizó su conceptualización como:
Actitudes de dominación suave o de bajísima
intensidad, formas o modos larvados y negados
de abuso e imposición en la vida cotidiana (…)
hábiles artes de dominio comportamientos
sutiles o incendios reiterativos y casi invisibles
que el varón ejecuta permanentemente (p.
125).
Con el objeto de describir adecuadamente esta
clase de violencia, el autor español identicó cuatro
categorías (Bonino, 2004): Los mM utilitarios, los mM
encubiertos, los mM de crisis y los mM coercitivos
Los micromachismos utilitarios son estrategias que
fuerzan la disponibilidad femenina. Se aprovechan
de diversos aspectos “domésticos y cuidadores
del comportamiento femenino tradicional. Su
característica principal es la autoexclusión del varón
en el ámbito de las responsabilidades domésticas.
Los micromachismos encubiertos son prácticas
manipulativas que abusan de la conanza afectiva.
El sujeto que los ejerce siempre oculta su objetivo
de dominio e imposición de anhelos propios. Lleva
a la mujer a coartar sus deseos y la conduce en la
dirección que previamente ha dispuesto, elegido,
una que nunca le perjudica. Debido a su naturaleza
insidiosa y sutil son acciones muy efectivas y suelen
pasar desapercibidas.
Consideró también los micromachismos de
crisis. Son recursos utilizados en periodos en los cuales
se experimenta un desbalance de poder en la relación,
quizás debido al aumento de la autonomía femenina.
Su objetivo es forzar la permanencia del status quo
desigualitario, retener o recuperar el dominio. Ejemplos
de estas prácticas son el hipercontrol, las promesas
en crisis, los comportamientos compensatorios o el
victimismo.
Finalmente, los micromachismos coercitivos
son los que se materializan mediante la fuerza
psicológica o moral de un modo directo a n de
doblegar a la mujer, limitar su libertad, expoliar su
pensamiento y su capacidad de decisión.
Si bien estas prácticas pueden parecer
inofensivas y, por ello, pasar desapercibidas, su
alcance radica en el uso a largo plazo, de forma
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continuada y combinada, que afecta negativamente la
salud psicológica de las mujeres. Provocan inhibición
de la lucidez mental, deterioro de la autoestima y el
pensamiento crítico. Sin embargo, las mujeres suelen
interpretar estos males como causas interpersonales,
terminando por culpabilizarse a sí mismas, lo que
genera un círculo indenido de malestar (Castañeda,
2019).
Aunque para el varón los micromachismos
suponen estrategias útiles para rearmar el dominio
masculino y mantener mayores ventajas, comodidades
y derechos, no siempre se dan desde la intencionalidad
o la mala voluntad, sino que también responde a
un esquema mental y corporal automatizado en la
cosmovisión masculina: el compañero busca cumplir
lo propuesto por el predominante modelo social
de masculinidad hegemónica (Bonino, 2004). Este
modelo es muy restrictivo y nocivo como el impuesto
a las mujeres, pues encasilla al varón a formas de ser
y actuar rígidas que limitan su desarrollo, obligándolo
a adoptar actitudes especicas con el propósito de
sostener estas dinámicas de control y dominio, cuyo
precio es la supresión de sus necesidades afectivas.
A ellos, así mismo, se les niega a sentir y expresar
sus emociones y carencias para que, de este modo,
puedan cumplir cabalmente el rol social que impone
la masculinidad o que la tradición le ha impuesto a
esta (Hardy y Jiménez, 2001).
METODOLOAMETODOLOA
Se escogió un enfoque cualitativo, que
posibilita el acceso y convergencia de múltiples
realidades de pareja y cualidades intrínsecas de cada
ser humano (Hernández Sampieri et al., 2014), ignotas
incluso para los mismos actores. En este sentido, el
estudio de un fenómeno tan interpersonal como lo
es el machismo se alcanza desde la óptica única de
cada participante, construida por el inconsciente, lo
transmitido por otros y por la experiencia, lo que
permite así una interpretación integral de los factores
que conuyen en el desarrollo y prevalencia de
micromachismos en las relaciones de pareja.
La presente investigación se desarrolla
desde un enfoque de género, porque este permite
una crítica a la concepción androcéntrica de la
humanidad, que a lo largo de la historia ha excluido
a las mujeres. En palabras de Lagarde (1997), el uso
de esta perspectiva responde a la necesidad cientíca
de contribuir en la construcción subjetiva y social de
una nueva conguración a partir de la resignicación
de la historia de la sociedad, la cultura y la política
desde la óptica de las mujeres. Además, reconoce las
diferencias y semejanzas entre hombre y mujeres, y
analiza el sentido de sus vidas, sus experiencias y las
complejas y diversas relaciones sociales que se dan
entre ambos géneros. El motivo nal es la construcción
de una humanidad que reconozca la diversidad de los
géneros y abogue por una democracia genérica.
Diseño de la investigación
“La fenomenología busca aprehender [énfasis
añadido] del fenómeno, no sobre el fenómeno, no
es una exploración de la conciencia actual de las
vivencias de una persona, sino la vivencia misma
(Guerrero-Castañeda et al., 2017, s.p.). Es decir, le
interesa el fenómeno estudiado como ocurre en este
caso que se enfoca en el fenómeno. Se eligió un diseño
fenomenológico en vista de que favorece descubrir
la esencia misma de un fenómeno a partir de los
recursos que el participante provea en la construcción
del relato de su vida (Quecedo y Castaño, 2002). En
otras palabras, permite analizar la forma en que los
individuos perciben y experimentan los sucesos
que les rodean desde sus propios puntos de vista,
interpretaciones y signicados, ahondando en el
mundo interno de la persona, las interacciones
cotidianas en pareja y los roles desempeñados por
sus actores, en contextos especícos y desde ópticas
inherentemente humanas.
Participantes
Entre la población general y mediante un
muestreo intencional por conveniencia, que “permite
seleccionar aquellos casos accesibles que acepten
ser incluidos” (Otzen y Materola, 2017, p.230), se
seleccionó la muestra. La conformó un total de 8
participantes, 4 mujeres y 4 hombres, cuyas edades
están comprendidas entre los 20 y 75 años. Se
encuentran en una relación de pareja. Cada individuo
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participo de una entrevista conformada por una serie
de casos hipotéticos y un espacio para el desarrollo de
la narrativa personal.
La muestra seleccionada cumplió con los
criterios de inclusión previamente delimitados.
Estos fueron los siguientes: mantener una relación
estable, pertenecer a un rango de edad entre los
20 y 75 años, residir en la provincia de Loja y
aceptar los términos y condiciones de estudio. Los
criterios de exclusión fueron aquellos contrarios a
los mencionados anteriormente. Para dar inicio al
proyecto se mantuvo una conversación telefónica con
cada uno de los participantes explicando los términos
de la investigación, lineamientos de condencialidad
y derechos de los participantes, una vez que fue
aceptado formar parte del estudio, se procedió a la
recolección de datos.
Proceso de recolección de datos
Para analizar la existencia y valoraciones
de conductas micromachistas en relaciones de
pareja se utilizaron, debido a su exibilidad y
capacidad interactiva, dos instrumentos: la entrevista
semiestructurada. Esta se ajusta a la entrevista
fenomenológica que, como asegura Guerrero-
Castañeda et al. (2017) es “un encuentro entre dos
personas (entrevistador-entrevistado), un diálogo
que permite a través del lenguaje aprehender un
fenómeno.” (s.p.). Aprecia que, en este diálogo
abierto, franco, entre dos personas “el entrevistador es
el propio instrumento que está dispuesto a escuchar,
captar y convivir con el fenómeno” (s.p.) y, además,
cree, está convencido de que:
ese fenómeno será transmitido a través de
los discursos de las personas (lenguaje).
Esos discursos son rescatados por la misma
persona respecto a una vivencia que ha sido
experimentada por ella en un momento de su
vida o bien en el presente y que ha codicado
almacenándola en su conciencia, es decir, le
ha dado signicación. De esta manera lo que
se rescata es el discurso mismo ya procesado
por la persona y que ha estructurado en base
a lo que el fenómeno es por sí mismo (s.p.).
Esta clase de instrumento investigativo
y la forma como se ejecuta permitieron obtener
descripciones respecto a las dinámicas de pareja,
límites y condiciones sobre las que se desarrollan
sus interacciones y las inuencias físicas, sociales y
culturales que los rodean. Estos métodos se detallan a
continuación:
Para dar inicio al proceso de recolección de
datos, se comparte con el participante los términos de
condencialidad, uso de la información y condiciones
de consentimiento. Bajo estos lineamientos, se
recopila la información proporcionada únicamente
en formato audio. Se procura que la identidad de cada
entrevistado permanezca reservada, por lo que se
borró cualquier referencia personal y contextual que
pueda relacionarse con la con esta. Una vez acordado el
consentimiento informado se abre paso al proceso de
documentación. Por medio de la narración personal,
se pide al participante una reconstrucción detallada
de su relación, por ejemplo, desde el momento en el
que conoció a su pareja, el proceso de cortejo, inicio
del noviazgo, posibles rupturas, actitudes frente a
conictos de pareja y uso de redes sociales y teléfonos
celulares.
Para la elaboración de la entrevista, se realizó
una lectura analítica de los estudios previos que fungen
como antecedentes en cuanto a micromachismo y
violencia de género, así se desarrolla un boceto de
preguntas, basadas en casos cticios propuestos por
Mayor Buzón (2013) en el estudio de micromachismos
y relaciones de noviazgo. Sus unidades de análisis (v.g.
justicación de la violencia, expectativas de conanza,
autonoa y exclusividad) fueron reconstruidas para
la presente investigación a partir de la clasicación de
micromachismo planteados por Luis Bonino (2004).
En cuanto a la transcripción de las entrevistas y su
contenido se efectuó literalmente y a cada caso se le
asignó un código del 1 al 4 de acuerdo con el orden en
que fueron entrevistados.
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RESULTADOSRESULTADOS
El análisis de los datos obtenidos se estructura
de conformidad con una serie de unidades planteadas
a partir de la clasicación desarrolla por Bonino
(2004), en relación con los tipos de micromachismos
clasicados: coercitivos, encubiertos, de crisis y
utilitarios.
Posteriormente, con el objetivo de reconocer
las diversas valoraciones de las parejas respecto a
las conductas micromachistas en sus relaciones
de pareja, se analizan los extractos obtenidos a
partir de los de casos hipotéticos planteados. Este
análisis es de tipo cualitativo, y está centrado en
las categorías que se consideran relevantes para el
estudio de los micromachismos, a saber: 1. Categoría
justicación de la violencia, 2. Expectativas de pareja
y 3. Micromachismos. Las dos primeras se hallan en
Mayor Buzón (2013) y la última en Bonino (2004).
1. Justicación de la violencia
Dentro de las valoraciones que las
parejas promulgan como explicativos del uso de
micromachismos se ha identicado, a partir del
análisis de las entrevistas y narración personal, el
núcleo categorial Justicación de la violencia. Este
aspecto parece estar ligado a la tradición, la cultura o
la cotidianidad del uso de conductas que rodean a los
micromachismos como se evidencia en los extractos
de las entrevistas donde se cuestiona la sobrecarga
doméstica que enfrenta el género femenino. Los casos
1, 2 y 3 maniestan esto: “Hoy en día estas situación
se han convertido en algo muy común, los padres
son quienes se dan una vida relajada y dejan que la
madre se encargue de la crianza, eso debería cambiar,
tendría que existir una igualdad” (caso 1 varón); “Uno
como hombre también debe ayudar en el hogar, a
mí me costó entenderlo por el hecho de que uno se
acostumbra a ver a su abuelo haciendo cosas como
trabajar, pero no ayudando a la crianza de los hijos
(caso 2 Varón); “La población está acostumbrada
a que la mujer haga la mayoría de las tareas” (Caso
3 mujer). En este compendio, se evidencia aquello
que distintos autores denominan cultura patriarcal,
cuya expresión más común es el machismo, un
conjunto de actitudes, comportamientos y prácticas
discriminatorias, despectivas y humillantes contra las
mujeres que perpetúan la imagen del hombre como
benefactor (Fundación Juan Vives Suriá, 2010).
A n de ejemplicar la dinámica de este
sistema social nos remitimos al caso 4: “Nunca me
separé, aunque una vez fui con el obispo, le conté
que mi esposo me pegaba. Él me dijo que sufra con
paciencia, que no me separe porque otro hombre no
va a querer a mis hijos, me dijo que cuando uno se
casa es para las buenas y las malas y debo cumplir
el juramento que hice” (caso 4). En este caso, se
observa el papel de la religión como agente de orden
social. En América Latina, la iglesia católica suele
representar la institución social decisiva en cuanto
al establecimiento de políticas de población, valores
de familia, sexualidad y roles de género; sin embargo,
sus enseñanzas se basan en preceptos patriarcales
y sexistas (Vuola, 2006). El mismo caso agrega: “Mi
esposa trabajaba, pero siguiendo los cánones antiguos
yo hice que renuncie al trabajo. La tradición era que el
hombre se dedique al trabajo y la mujer al hogar, es lo
que dicen las Sagradas Escrituras” (Caso 4 varón). En
este tipo de estructura social patriarcal, la violencia
contra la mujer es cotidiana y está normalizada.
Parte de este sistema señala que las mujeres deben
ocupar roles y actuar de formas predeterminadas que
en su mayoría fundamenta el dominio del hombre
en perjuicio de las mujeres. Se trata de un contexto
alimentado a través de los estereotipos y prejuicios
heredados que reproducen, mantienen y anclan
en el imaginario social colectivo la idea de la mujer
como un ente sacricado, sujeto a la esfera íntima
y doméstica. De aquí que se señale que la violencia
contra la mujer es de carácter sistémico, puesto que
abarca todos los espacios sociales independientemente
de su naturaleza, a la par de que es altamente tolerada
dentro de una sociedad que se muestra indiferente e
incapaz de condenar dichos comportamientos (Da
Silva e Silva et al., 2019).
2. Expectativas de pareja
2.1 Expectativas de Conanza
La conanza entendida como la posibilidad de
tolerar la incertidumbre desde la rme creencia en la
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buena voluntad, respeto y sinceridad de otra persona,
valoraciones que se desprenden de los participantes
a partir del siguiente caso simulado: “Paula se
reencuentra con un amigo que no ha visto hace años
debido a la lejanía en la que viven, de vez en cuando
se ven los dos solos pero con muy poca frecuencia,
a la pareja de la chica le disgusta mucho que se vea
con él, conesa que él no le agrada y cree que tiene
intenciones diferentes a las de ella, dilema 2” (Mayor
Buzón, 2013, p. 47).
Respecto a este hecho hipotético los 1 y 3
comentan análogamente: “El novio debería tener un
poco más de conanza y no tener un comportamiento
xico, eso solo daña la conanza y la relación, la chica
sincerarse de que con la otra persona no hay nada más
que una amistad y hacerle saber a su pareja” (caso 1
varón). “Deberían hablar y organizar una salida los
tres para que se conozcan porque si es un amigo es
amigo” (caso 3 hombre). Tal como se observa, los
participantes comparten en los relatos la necesidad de
nutrir la conanza en pareja por medio del diálogo
sincero que permita reducir la incertidumbre frente a
conictos.
En el marco de las observaciones anteriores
se deduce que la mayoría de los participantes expresa
un claro concepto de la funcionalidad de la conanza
dentro de las interacciones en pareja. Sin embargo,
llama la atención que el conocimiento teórico de las
parejas respecto a límites y conanza se encuentra
aislado de la aplicación práctica. Paradójicamente, al
cuestionar sobre la actitud de las parejas en cuanto
al uso de teléfonos celulares y redes sociales, cada
pareja expone una suerte de desconcierto frente a lo
que percibe como una situación amenazante. Para
ilustrar esto, se expone un fragmento de la narración
personal caso 1: “En cuanto a las redes sociales,
desde un principio nos pedimos las contraseñas, lo
veíamos casi como algo normal porque para nosotros
era tenernos conanza y no esconder nada” (caso 1
varón); “Según nosotros nos teníamos tanta conanza
que nos dimos las claves de Facebook y de Instagram
para no ocultarnos nada, es entonces cuando también
empezaron los problemas” (caso 1 mujer).
Si bien este “ritual” pretende justicarse como
una muestra de lealtad y honestidad, parece más
bien responder a una actitud de control, frente a la
inseguridad y la desconanza, como se evidencia en
el siguiente cita: “Yo dudaba muchísimo de él y como
tenía la contraseña de sus redes sociales, todos los días
revisaba para ver que no me esté engañando, era una
relación insana” (caso 1 mujer). En algunas parejas, si
bien esta estrategia opera como medio para alejar la
sospecha de una posible indelidad, simultáneamente
es una forma para demostrar transparencia a la pareja,
así pues rehusarse a dicho ritual supondría un indicio
de deshonestidad. Para ejemplicar este hecho, a
continuación se muestra el fragmento: “Referente
al celular él es discreto y tiene claves, yo en cambio
pongo a disposición mi celular, al contrario de él que
no me permite coger su celular” (caso 2 mujer). En
estas parejas, la dinámica de conanza se construye
bajo una reciprocidad restrictiva, que no se interpreta
como un tipo de violencia e irrespeto hacia la
autonoa personal del otro, lo que facilita el clima
de inconsciencia propicio para la naturalización del
abuso del poder bajo la primicia de la conanza.
Resultados como estos se replican en diversas
investigaciones. Ejemplo de ello son las conclusiones
del estudio sobre violencia de género y las redes
sociales realizado en 511 adolescentes conducido por
Martín Montilla et al. (2016). En lo que respecta al
control a través de las redes sociales, los resultados
indicaron que un 85 % de los participantes maniesta
que el intercambio de contraseñas dentro de la pareja
es una situación muy común y reconocida. Los motivos
aducidos fueron que si hay conanza con el otro, no
existe un motivo por el cual no debe compartírsele
la contraseña. Similares fueron los resultados del
estudio efectuado por Román Pérez y Hernández
Reyes (2017), quienes analizan micromachismos y
formas de violencia en relaciones de noviazgo en un
Institución de Educación Superior, concluyen que los
participantes catalogan como una “prueba de amor” y
conanza el intercambio de claves para tener acceso
a sus cuentas en redes sociales cibernéticas o sus
teléfonos celulares.
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2.2 Expectativas de autonomía
A través de la entrevista es posible un
acercamiento a las valoración de las parejas frente al
libre albedrío y la autonomía, en relación a acuerdos de
pareja, para ejemplicar lo mencionado se comparte
un caso hipotético, donde se plantea al participante
el siguiente dilema: “Amalia, una joven que acaba de
crearse una cuenta de Facebook decide poner una foto
de perl en la que sale ella sola, su novio le pide que
ponga una foto en la que salen juntos, a los pocos días
ella recibe peticiones de amistad de algunos chicos
y su novio recrimina no haber puesto una foto con
él porque se expone a que crean que ella no tiene
pareja, se lamenta diciendo que es la burla de todos
sus amigos pues sus novias si tienen fotos de perl en
pareja, Dilema 1” (Mayor Buzón, 2013, p. 43).
En respuesta al dilema los participantes, los
caso 1, 2 y 3 respectivamente maniestan lo siguiente:
“Personalmente siento que lo que hizo Amalia fue
super admirable, ya que hoy en día existe mucho
control por parte de las parejas, en muchos casos
existe machismo y manipulación” (caso 1 varón); “El
comportamiento del novio es un poco machista, lo
que hace él no está bien, quiere imponer decisiones,
intervenir en la independencia de Amalia” (caso 2
mujer); “Ella se ve más independiente, el novio trata
de marcar que tiene una relación, no es necesario
molestarse por una foto”(caso 3 mujer). En todos los
casos, los participantes rechazan la situación expuesta
y abogan por el respeto a la soberanía femenina, el
adjetivo propuesto como lo es “machista” ilustra que
los sujetos exteriorizan cierta conciencia de violencia
de género, a la par que valoran como manipuladoras
aquellas actitudes de control que merman el libre
albedrio.
Sin embargo, esto no se ve reejado en
la narración personal, donde algunos sujetos
exteriorizan un comportamiento restrictivo hacia su
pareja, un ejemplo expone en la siguiente cita “Yo
me ponía bravo por cualquier cosa, hasta porque
ella salía o estaba con un chico, me ponía celoso, se
empezó a tornar una relación tóxica” (caso 1 varón).
Deja entrever una curiosa dicotomía, entre las
respuestas de la entrevista a base de casos cticios y
los hechos relatados en la narración personal, esta
paradoja parece responder a la necesidad del sujeto
de expresar un postura políticamente correcta frente
al entrevistador, puesto que reconoce el n del estudio
e identica como reprobables las conductas sobre las
que se le cuestiona, no obstante, esta conciencia no lo
exime de la práctica cotidiana de micromachismos
2.3 Expectativas de exclusividad
Desde esta idea se pretende que la pareja sea
exclusiva, y que las acciones para con el sexo opuesto
estén sometidas a la aprobación y vigilancia del
otro, bajo la consideración de que el respeto implica
no relacionarse “demasiado” con personas del sexo
opuesto, esto se puede evidenciar en los extractos
obtenidos durante la entrevista, por ejemplo, en la que
se planteó el dilema 2.
Sobre esta simulación los participantes
consideran: “Hace algún tiempo nos pasó en la
relación. Yo tenía un amigo que conocíamos desde
hace años y lo quería muchísimos, no pasaba nada
más allá que una bonita amistad, pero mi novio
confundió las cosas, pensó que le queríamos ver la
cara y ya no podía frecuentar o verlo como antes.
Decidí aceptar para estar bien con mi novio y no
tener problemas” (caso 1 mujer). El participante
valora la exclusividad como el estrechamiento del
círculo social en búsqueda de acrecentar el bienestar
en pareja. En este extracto, se advierte la estrategia
denominada limitación social, una forma de violencia
de género ampliamente normalizada, que puede
catalogarse como micromachismo encubierto, en la
que el objetivo del varón que lo ejerce es el dominio
y la imposición de sus propios deseos, mientras que
coacciona a su pareja para mantener las decisiones en
la orientación seleccionada y aprobada por él. El efecto
de estos actos es la anulación silenciosa de los deseos
del género femenino (Bonino, 2004) Esta oposición,
esta dicotomía (beneciado/perjudicada; dominante/
dominada; autorizado/desautorizada, etc.) produce
daño a la salud mental de las mujeres como se observa
en el siguiente fragmento: “En relaciones pasadas me
sucedió algo así, eso cansa, te frustra que no entiendan,
te desgasta” (caso 3 mujer). Para Bonino (2004), los
efectos de estas prácticas continuas no son evidentes
en el momento, pero habitualmente conducen a una
reacción retardada por parte de la mujer, que se
expresa con mal humor, frialdad y estallido de rabia
sin motivo” aparente.
Pardo, D. Rev. Educ. Art. y Com. Vol. 12 Nro. 1, Enero-junio 2023: 29-42
Sin embargo, al estar precedido de la estructura “un poco” atenúan la calicación o atributo de “machista. ¿Se trata de mera cortesía lojana?, ¿de inseguridad?, ¿Por
qué la mitigación? Estas preguntas sin respuestas no hacen sino revalorizar la importancia de investigaciones como estas. Regresar con los informantes y realizar las
tan pertinentes entrevistas en profundidad, pero ello escapa de los alcances de este trabajo.
37
Vol. 12 Nro. 1, Enero-junio 2023
ISSN: 2602-8174
Estas son algunas de las actitudes más comunes
que se ponen de maniesto dentro de las expectativas
de exclusividad y a pesar del intento de las diversas
parejas por comunicar sus deseos de ser únicos de una
manera asertiva, se observa que preservan dinámicas
de sumisión y poder, generalmente sutiles, que, no
obstante, restringen la dimensión social de la mujer.
Ahora bien, aunque los acuerdos de exclusividad
parecen estar bien delimitados y aceptados
mutuamente, a pesar de signicar la limitación
social femenina, en la mayoría de casos es el varón
quien transgrede dicha concertación, incurriendo en
conductas consideradas en términos de exclusividad,
como indelidades, para ilustrar esto se presentan
los siguientes extractos: “A pesar de que ella estaba
esperando un hijo mío me porté como basura al serle
inel” (caso 1 varón). Se obtuvo un caso análogo:
Alguna vez si nos alejamos, durante un corto tiempo
y fue por engaños de parte mía” (caso 2 varón); “Mi
pareja, tenía otras mujeres y vivía con ellas”(Caso 4
mujer); “Las peleas eran por celos yo no era alguien
conable” (caso 4 hombre).
Es imperante recalcar que las secuelas del
episodio descubierto de indelidad causan emociones
negativas como la destrucción de conanza, pérdida
del sentido, denigración de autoestima, e incluso puede
dar origen a cuadros patológicos de enfermedades
mentales como la depresión, ansiedad y trastornos por
estrés (Carvajal-Meléndez, 2021) que se evidencian
en los informantes seleccionados: “Al ver que solo
pasaba llorando me preguntan qué sucede, le dije
que lo encontré con otra mujer, me sentía chica”(caso
4). “Otra vez vi que seguía hablando con chicas y les
decía cosas bonitas, inclusive ni siquiera a mí me
decía eso, me empecé a sentir muy insegura, lloraba
mucho” (caso 1 mujer). Además, estudios teóricos
señalan una estrecha relación entre la indelidad
y la violencia. Según Carvajal-Meléndez (2021),
autora del estudio La indelidad y su relación con
la violencia de pareja en estudiantes universitarios,
existe una relación directamente proporcional entre
la indelidad y la violencia. Se calcula el 87 % de
probabilidad para que se genere cualquier forma
de violencia en pareja a causa de cualquier tipo de
indelidad, y, por consiguiente, se constituyen en
relaciones disfuncionales o asimétricas.
3. Micromachismos
3.1 Micromachismos en crisis
En este apartado nos referimos a aquellos
comportamientos utilizados en períodos críticos en
los que la relación se dirige a una mayor igualdad, el
varón ve su estado de privilegio en peligro por lo que
inicia estrategias de dominación sutil en búsqueda
de restablecer el estado que le benecia (Bonino,
2004). Este tipo de micromachismos impiden no
solo que la mujer pueda asumir mayores niveles de
independencia, sino que también evitan reclamos
respecto a las necesidades de cambio.
Para ampliar la información, téngase algunos
extractos obtenidos mediante la narración personal.
Este es el caso 1: “Vi que seguía hablando con chicas
y les decía cosas bonitas, yo me sentía super mal y
terminamos nuevamente la relación, semanas después
él me busco muy arrepentido, llorando, diciendo que
yo era todo para él, que no soportaba estar sin mí”;
Me amenazaba diciéndome que se iba a morir si yo
lo dejaba” (caso 1 mujer). En este último extracto,
la pareja manipula activamente mediante chantajes
emocionales, victimismo y lástima.
Agregado a lo anterior, se cuestiona a los sujetos
sobre sus actitudes posteriores a la ruptura de acuerdos
de exclusividad, de ello se extrae: “Mi actitud fue la de
ganarme su conanza otra vez a través de gestos de
cariño y amor, para que pueda volver a creer en mí.
(caso 2 varón). “La actitud de él los primeros días que lo
perdonaba era muy agradable, me invitaba a comer, me
hacía escoger a dónde quería ir, pero después de algunas
semanas cambiaba conmigo, siempre que podía atacaba
mi cuerpo” (caso 1 mujer). Estos comportamientos
responden a una actitud compensatoria frente a una
trasgresión que pone en riesgo la relación afectiva.
Durante esta etapa crítica, el varón adopta una dinámica
de compensación realizando modicaciones de manera
puntual (Torralba Borrego y Garrido-Hernansaiz,
2021), pretendiendo que la mujer decida continuar
el vínculo amoroso. Al conseguir la nueva aceptación,
se evidencia que el cambio no será duradero, puesto
que en cuanto consigue la reconciliación, reactiva la
dinámica de agresión.
38
3.2 Micromachismos coercitivos
Para Bonino (2004), el eje central de estas
actitudes es el uso de fuerza moral, psíquica o
económica por parte del varón de un modo “directo
con el objetivo de doblegar a la mujer, expoliar su
pensamiento y restringir su capacidad de decisión.
Este comportamiento se ejemplica a continuación
en el caso 1: “Ella y yo ya no éramos pareja, eso yo no
quería entender, le decía que, por favor, me diera otra
oportunidad, le insistía y le insistía, y ella me decía
que ya no quiere nada conmigo”; “Yo pues no quería
darme por vencido, le seguía escribiendo, le seguía
diciendo que por favor me diera otra oportunidad
y un día ella me dijo que, ¡bueno!, que podíamos
volverlo a intentar por nuestro hijo”(caso 1 varón).
El sujeto maniesta una negativa ante el n de
su relación por lo que insiste y hostiga a su expareja
con el objetivo de lograr el restablecimiento de la
relación a pesar de los reiterados rechazos. En esta
compilación, se evidencia una de las estrategias más
frecuentes dentro de la variedad de micromachismos
coercitivos, la denominada insistencia abusiva. En
esta, el varón logra lo que desea debido al cansancio
de su pareja, quien acepta lo que se le pide a cambio de
un poco de paz (Bonino, 1996).
Los micromachismos coercitivos generan
efectos negativos en las mujeres como la paralización
o retroceso del desarrollo personal, lo que se observa
en los siguientes fragmentos: “Yo realmente no quería
nada con él, él me buscaba y me insistía casi siempre,
yo no le di ninguna oportunidad, sentía que ya estaba
bien conmigo misma, me aprendí a querer de una
forma muy bonita, estaba tranquila con mi hijo, ya
mucho tiempo después me volvió a escribir y le di la
última oportunidad” (caso 1 mujer).
En referencia a esta clasicación, dentro del
variado catálogo de estrategias y manifestaciones de
los machismos coercitivos, destaca la estrategia de la
intimidación, aquí el varón sugiere a la mujer que si
no cede a sus peticiones, podría acontecerle alguna
acción, hecho, circunstancia perjudicial tal se registra
en la narración personal caso 1: “Fue muy brusca la
manera que terminamos, él insistía que no lo deje, me
amenazaba, inventaba muchas mentiras, que le diría
a mi mamá y me decía que a él le iba a creer porque
lo querían mucho y que a mí nunca me creería (caso
1 mujer); “En una relación anterior, una pareja, no
le gustaba que tenga amigos, se enojaba y me jalaba
una vez me regreso a ver feísimo”; “Ahí, pensé, que
puede llegar al punto en el que me alce la mano” (caso
3 mujer).
Este tipo de micromachismo está íntimamente
unido a la violencia psicológica, puesto que se expresa
por medio de miradas, tono de la voz y otras señales
verbales y no verbales que transmiten peligro (o al
menos, alerta). En el extracto obtenido, ya no se habla
tan solo de miradas o gestos, sino de violencia en
un principio sutil que amenaza con trascender a la
agresión física.
En este sentido, cabe reseñar que Amnistía
Internacional (2020) ofrece una representación
la violencia de género como un iceberg donde los
feminicidios, las agresiones físicas y sexuales; es decir,
la violencia cruda y tangible solo es la cúspide visible
de la violencia, debajo de estas yacen maneras ignotas
de agresión y control, los micromachismos entre otras
formas de sexismo que funcionan como base sobre la
que se sostiene las diferentes formas de violencia. Esto
se observa en la gura 1:
Figura 1
Iceberg de la violencia de género
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DISCUSIÓNDISCUSIÓN
3.3 Micromachismos encubiertos
Esta sección hace referencia al control y
direccionamiento oculto de la conducta femenina,
ocurre cuando el varón utiliza el afecto para disminuir
el pensamiento y la acción ecaz de la mujer y la
conduce que ha elegido para ella. Cuando lo hace
siempre disimula sus motivaciones y aprovecha la
conanza y empatía de su pareja, mientras genera
en la mujer sentimientos de confusión y culpa. Esta
estrategia se evidencia en la siguiente cita hallada en
el caso 4: “Yo trabajaba, hasta que un día me dijo mi
marido que ya no trabaje, que él quería que me dedique
a nuestro hijo, no quería que sufra trabajando, a mí
no me gustó mucho porque yo ya ganaba mi platita y
mi hijo no sufría, siempre pasaba bien, pero dejé mi
trabajo”(caso 4 mujer).
Así mismo, entre las manifestaciones
del machismo encubierto se distingue la
pseudocomunicación, una la estrategia comunicativa
en la que el hombre manipula el diálogo con su
pareja, no reconoce errores y oculta información,
lo que converge con Bonini (2004). La siguiente cita
evidencia lo expuesto: “Una buena amiga se me acercó
apenada a contarme que él le escribía, me mostró
capturas de pantalla de todo, me dolió, lloré y le dije
que no lo quería volver a ver en mi vida, unos días
después conversamos acerca del tema y él, me dijo
que no lo había hecho, que era un amigo que gustaba
de mi amiga y que él era el de los mensajes, me pidió
perdón y yo le creí, entonces seguimos con nuestra
relación” (caso 1 mujer). El varón tergiversa hechos,
pretende hablar con sinceridad cuando en realidad
lleva a cabo una interacción comunicativa basada en
engaños y tretas.
La mayoría de participantes exhibió diferentes
tipos de micromachismos en sus relaciones de pareja,
en consecuencia, se presupone que las mujeres que
conforman estas parejas suelen sufrir los efectos
típicos de esta violencia interiorizada como los son
estos: deterioro del autoestima, agotamiento mental,
disminución del poder personal y la autonoa,
estados anímicos depresivos e irritabilidad. Se concluye
similarmente a como lo hizo Bonino (2004) cuando
rerió los efectos de los micromachismo en relaciones
de pareja. Este autor señaló que la autoestima, auto-
credibilidad, el desarrollo personal, la motivación, la
autonoa, son los elementos que se ven más afectados
por el uso continuo y prolongado de micromachismos.
Es importante mencionar el estudio
adelantado por Sandoval Vázquez et al. (2018) sobre
micromachismos presentes en la región central de
México. En este evidenciaron un fenómeno social
interesante. Encontraron que los varones durante los
últimos años han adoptado un discurso en pro de la
igualdad de género, han incorporado palabras que
suponen una solidaridad con las mujeres; no obstante,
este discurso parece remitirse únicamente a lo teórico.
Agregan, incluso que las formas de dominación más
agresiva ya no son tan frecuentes y que han sido
desplazadas por prácticas violentas más sutiles que no
se basen en la violencia física. Sus resultados coinciden
con el presente estudio, puesto que se observó que las
parejas de generaciones más jóvenes, especícamente, el
varón exterioriza un discurso cuestionador de esquema
de acción micromachista, pero en sus opiniones se
aprecia contraposición, se genera un doble juego: un
machismo involuntario e inconsciente, pero que es tan
dañino como el tradicional.
En este sentido y gracias a que el presente
estudio usa como muestra parejas de distintas edades,
permitió obtener una perspectiva transgeneracional
sobre el fenómeno en cuestión. Efectivamente, pese a lo
reducido de la muestra, se ha identicado que las parejas
más jóvenes son los que más conciencia exteriorizan
respeto a la violencia de género y micromachismos,
mientras que las parejas de generaciones más adultas
maniestan inconsciencia en cuanto a violencia de
género. Igual convergen estos resultados del este trabajo
con la investigación desarrollada por Baquedano
Gracia y Ferrero Gargallo (2021), y Ferrer Pérez et al.
(2008). Sobre la presencia de los micromachismos en la
sociedad española, los autores señalan que las personas
mayores están educadas en un machismo más crudo
al contrario de las generaciones más jóvenes, que están
más sensibilizados ante la violencia. Aclaran que esto
se debe a que disponen de más información y mayores
recursos de educación.
40
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICASREFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CONCLUSIONESCONCLUSIONES
En respuesta al objetivo de la presente
investigación que se propuso reconocer la perspectiva
que tienen las parejas respecto a micromachismos a
través de narraciones autobiográcas y entrevistas, se
concluye que buena parte de participantes mantiene
conciencia sobre microviolencias en su entorno, son
capaces de identicar actitudes micromachistas en los
casos cticios planteados y, en su mayoa, exterioriza
un rechazo categórico hacia la violencia más visible
contra la mujer.
No obstante, a lo largo del desarrollo de
narrativa personal, esta postura cambia cuando ellos son
los protagonistas de su propia historia. En el contexto
autobiográco, el varón encuentra justicable llevar
a cabo comportamientos micromachistas, mientras
que sus parejas exteriorizan una curiosa incapacidad
para detectar estas situaciones e identicarlas como
violentas a pesar de las consecuencias directas que
sufren. Este desconocimiento también les otorga el
papel de agentes perpetuadores de violencia, puesto
que, sin la contraparte de aceptación (¿o aprobación?)
femenina del machismo, la mujer sumisa y dependiente
en términos económicos y emocionales, conductas de
dominación y control, no resultarían tan espontaneas
y efectivas.
Ahora bien, respecto al análisis de la existencia
de conductas micromachistas en las dinámicas
de pareja, fue posible identicar la categorización
propuesta por el psicoterapeuta Luis Bonino (2004).
Las actitudes categorizadas de micromachismos
parecen suponer una constante en las dinámicas de
pareja, en la que la mujer se cuestiona la naturaleza
violenta y controladora de dichas prácticas y da
apertura al juego sutil de manipulación psicológica.
Además, se ha identicado que dicha dinámica
imperceptible de poder y sumisión se germina en
un sistema patriarcal socialmente interiorizado, del
cual emanan los roles de género y la división sexual
del trabajo y, por consiguiente, la infravaloración
femenina, alimentada por costumbres, tradiciones
y prácticas cotidianas, socializadas generación tras
generación. En este sentido, la religión para las parejas
más adultas supone una suerte de justicación de la
violencia y es, precisamente, este carácter sistemático
e institucionalizado lo que podría estar dicultando la
lucha contra la violencia de genero.
Si bien, este sistema patriarcal afecta en mayor
medida al género femenino, es importante destacar
que el varón también sufre las consecuencias de
una cultura machista que le exigen asumir actitudes
que corresponden al rol tradicional masculino,
características que suprimen sus emociones y
sentimientos, obligándolo a negar todo tipo de
necesidades emocionales para evitar perder el control
y dominio sobre otros o por temor a ser asociado a la
feminidad que tan tenazmente es obligado a rechazar.
Por todo ello, el machismo es un germen
social cuyos efectos se extienden a todos los géneros
sin distinción e impiden la lucha hacia la igualdad. De
aquí que sean imperantes los espacios de investigación
sensibles a la concienciación de la necesaria y natural
equidad de géneros, que reconozcan la diversidad de
géneros, que brinden voz tanto a hombre y mujeres
a n de incentivar el diálogo sobre las distintas
realidades que subyacen en la sociedad y, de este
modo, promover el vivir en la democracia genérica.
Para futuras investigaciones, se recomienda
el estudio de otras micro-expresiones del machismo
como lo son el lenguaje, la publicidad y el humor
sexista, cuya naturaleza es aún más invisibilizada que
los micromachismos y que forman parte básica de las
interacciones y el inconsciente colectivo. Este espacio
puede suponer un contexto necesario de estudio que
analice el papel educativo que tienen los medios de
comunicación en la igualdad de género.
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