28
La mención del poeta de “ocasión” (Suarez de
la Torre, 1993, p.67) y de la competencia olímpica tiene
la facultad de trasladarnos a un ritual religioso mucho
más lejano en el tiempo y de mucha importancia en la
cultura griega: los Antiguos Juegos Olímpicos. El canto
mencionado es conocido como La Pitica X, poema
en honor a Hipocleas de Tesalia, ganador de la doble
carrera de niños en el año 498 A.C., que forma parte
de los 45 epinicios, poesías líricas, compuestas por
Píndaro para inmortalizar los triunfos de los atletas –
los que compiten por un premio– en las competencias.
La inuencia de la cultura helénica fue tan profunda
en el poeta, que en su poema Autorretrato no solo
puntualiza las corrientes literarias en las que había
incursionado, también revela el signicado que para
él tenía el deporte griego:
…Amo el Arte en el Poeta de Hoy,
bello como el atleta griego,
tallado de deportes
que salta de la cama al estadio
y va a la plaza pública, donde el pueblo lo usa
para lanzarlo como un disco en la armonía de
[la mañana… (Blanco, 1939/2007a, p. 135).
El bardo compara la poesía con la belleza
del cuerpo moldeado por las actividades deportivas.
Igualmente, revela el papel que el autor le asigna al
deporte como agente cohesionador del colectivo.
Además, deja ver que el cumanés “indaga, con
seguridad de experto, en las clásicas vertientes de la
cultura griega, cuando lo requiere el impulso de su
inspiración” (Medina, 2007, p.32).
El tribuno continúa: “Así, en un estadio así,
sobre una tierra ardiente como esta, bajo un cielo azul
como este, se hizo Grecia…Tanto signicaba para
Grecia el estadio, que contaba los tiempos ya no por
años sino por olimpiadas” (Blanco, 1941/1998a, p.41).
Realiza una analogía entre el estadio caraqueño y el
stadium griego, vocablo polisémico que denotaba la
carrera, la distancia recorrida por los competidores
y al lugar donde era efectuada. Allí, los helenos
expresaron uno de sus ideales: el logro de la excelencia
mediante la competición pública (Suárez de la Torre,
1993).
Los Juegos Olímpicos se realizaron por casi
mil años, desde el año 776 A.C. hasta 394 D.C. cuando
los emperadores cristianos del Imperio Bizantino
los abolieron (Kyle, 2004). En estas estas agonales,
podía participar cualquier varón libre de las distintas
ciudades que formaban el mundo griego. Si bien, estas
polis se consideraban política y económicamente
independientes, compartían una cultura común en la
que los juegos deportivos tenían un carácter sagrado.
Al conseguir la corona de laureles, el atleta se acercaba
a lo divino. Como lo expresa el orador, las olimpiadas
proveyeron una cronología común en un tiempo
cuando cada ciudad-estado tenía su calendario.
Igualmente, durante el festival se decretaba una tregua
entre todas las facciones en guerra, la paz olímpica o
Ekecheiria, cuando al decir del orador: “las armas se
dormían como locos cansados” (1941/1998a, p.41)
Con el transcurrir de los siglos estos festivales
no solo se limitaban a las competencias atléticas, en
ellos, como bien señala Blanco, también se llevaban a
cabo jornadas por reconocidos pensadores: “allí leyó
Heródoto su Historia e Isócrates su Panegírico” (42).
También describe la manera como los vencedores
eran homenajeados por sus coterráneos: “los pueblos
enviaban embajadas para saludar a los triunfadores…
y mientras [estos] deslaban por la arena… el
magistrado, el poeta, el escultor, el pueblo bebían, para
siempre la luz griega, para plasmar el pensamiento
y la acción de lo clásico” (p.42). Comparando la
celebración antigua con la recepción ofrecida a los
campeones por las autoridades, el pueblo caraqueño, y
por las delegaciones enviadas desde distintas ciudades
del país para homenajearlos.
El poeta prosigue:
Pero dejemos Grecia, que siglos adelante, sobre
el puente de un navío español, nos espera
la suprema olimpiada. Contemplemos de
paso, la conquista, que si fue una hazaña de la
inconformidad fue también un producto de la
buena salud y el ansia de justicia (p.42).
Con elegancia, Andrés Eloy, abandona la
Hélade para adentrarse más adelante en el tiempo y
trasladarse a otro espacio: la América conquistada. En
Mota, G. R. Rev. Educ. Art. y Com. Vol. 12 Nro. 2, Julio-diciembre 2023: 25-35