61
Vol. 13 Nro. 2, Julio-Diciembre 2024
ISSN: 2602-8174
y limitada, de la interpretación a ser su centro: la
forma en que la interpretación es posible, más bien,
la forma en que la interpretación encuentra sus
horizontes de denición a partir de reconocerse en lo
que es propiamente hermenéutico.
Este traslado o descubrimiento inicia en el
terreno de la Historia y la Epistemología de la mano
de Dilthey —a quien se suele considerar el precursor
de la hermenéutica en la losofía como la conocemos
hoy—. El lósofo e historiador alemán, en su búsqueda
de la fundamentación última del conocimiento que
albergan las ciencias del espíritu, dará con un hecho
evidente: no es posible detenerse en una psicología
de las vivencias, en una reexión sobre la interioridad
de lo vivencial histórico, sino que “en denitiva, el
nexo histórico tiene que entenderse como un nexo de
sentido que supera fundamentalmente el horizonte
vivencial del individuo” (Gadamer, 2017, p. 600);
así, el nexo histórico, lo que se puede conocer en la
vivencia a partir de la que se registra lo que sucede,
es un “gran texto extraño que la hermenéutica debe
ayudar a descifrar”.
El camino que ha recorrido la hermenéutica, en
tanto concepto y “herramienta”, desde Dilthey, es largo
y sinuoso y, en último término, no es lo que nos ocupa
en este estudio. Sin embargo, no podemos dejar de
comentar una confesión que hace Ricœur a propósito
de su proyecto, pues nos deja entrever su estrecha
relación con el proyecto losóco de Heidegger;
Ricœur arma que su objetivo es “comprender mejor al
hombre y el vínculo entre el ser del hombre y el ser de
todos los entes”, y la sentencia nos recuerda al Dasein
de Heidegger, que es, seguramente, la consolidación de
los alcances de la hermenéutica dentro de la losofía
del siglo XX.
Heidegger lleva la cuestión de la hermenéutica
hasta el terreno de la existencia, pues entiende que el
ser-ahí (Dasein, en tanto realidad humana) “es el ente
privilegiado a quien se dirige la pregunta por el ser,
así como quien formula la pregunta. Es privilegiado
porque [...] se trata de aquel ente al que le es esencial
una comprensión de su propio ser” (Enciclopedia
Herder, 2017); esa comprensión de su propio ser le es
esencial en la medida que es una forma de comprender
la condición del ser en general.
Ricœur transita un camino similar, pues
“se propone comprender en profundidad el ser del
hombre”, como apunta Marenghi (2017), a través del
sentido que puede descifrar en “las obras culturales
en las que se encuentra diseminado” (p. 55). Puede
ser útil, con el propósito de darle cierre a esta
introducción en la que nos hemos propuesto una
contextualización detallada, mencionar la denición
que ensaya Vergara Anderson de la obra de Ricœur,
dice: “La obra de Ricœur es una antropología
losóca del ser humano que actúa y sufre, que posee
–que es– el poder fundamental de hablar, actuar,
narrarse, imputarse sus acciones como verdadero
actor, de recordar y recordarse, en n, de reconocer
y reconocerse” (Vergara Anderson, 2005, p. 243). Es
decir, cuando leamos esta aproximación a la obra del
pensador francés, no desviemos la mirada del hecho
de que, para nuestro autor, es a través de la palabra y de
su naturaleza que se abre en el relato, en su capacidad
de ser “testimonio”, donde se muestra la naturaleza del
ser humano, donde se hace visible su ser, más bien,
donde es posible descifrarlo. En ese sentido, Ricoeur,
en la actualidad, despierta un gran interés no solo por
el enorme abanico de temáticas que aborda —teoría
textual, ética e historia, lo mismo que ontología y
antropología—, sino porque su quehacer losóco
está centrado en discutir con una gran variedad de
tradiciones y disciplinas sin dejar de lado el valor de
la interpretación, en tanto hermenéutica, sin ignorar,
por tanto, el valor de la palabra como elemento
constitutivo de la naturaleza humana (Lythgoe, 2014).
1. La gura del “texto” y el carácter textual en Ricœur
Precisemos la gura del “texto” que ha
aparecido ya de manera tan protagónica en la
introducción de este estudio. Para ello, denamos su
importancia en el pensamiento ricœuriano, pues esa
gura parecería ser uno de los elementos cruciales en
el distanciamiento con respecto a las preocupaciones
y la metodología fenomenológica de Husserl. Ahora
Vamos a quedarnos con el valor que adquiere este concepto en el texto Ser y tiempo, donde, según Berciano (1992), “la nalidad
no es ni hacer una antropología ni hacer una exposición compleja [...] [sino que] el análisis del Dasein va encaminado a la
comprensión explícita del sentido del ser. [...] el Dasein es el lugar del sentido y de la comprensión del ser; es el ente que tiene
comprensión del ser” (p. 437).