42
de la comunicación inmersos en un mandato, es
preciso puntualizar ciertas cuestiones referentes a
la función de estos en todo evento del discurso. A
propósito del Modelo SPEAKING, Hymes (1974,
apud Duranti, 1997, pp. 17-19) consideró que la
dicotomía hablante-oyente resultaba insuficiente
para describir la dinámica inherente a la interacción
verbal, por lo que Hymes subdividió la categoría
de los participantes en cuatro subcomponentes,
a saber: hablante u orador (también “transmisor”
en palabras de Etxebarría, 2002, p. 247), emisor,
receptor y, finalmente, destinatario.
Así pues, el orador será el encargado de
producir el mensaje mediante un sistema articulado
de signos (bien sea de forma oral, escrita o a
través de señas), en tanto que el emisor proveerá
la intención (o el acto ilocutivo) concerniente al
enunciado emitido. En muchas oportunidades, las
figuras del transmisor y el emisor pueden coincidir,
ello se aprecia, en el caso que nos ocupa (los
imperativos), cuando por ejemplo un entrenador le
dice a determinado cliente “¡saca el pecho y flexiona
las rodillas!”; en este caso un mismo individuo es
quien materializa físicamente el mensaje y, a su
vez, provee la intención concerniente a este. Sin
embargo, en algunas oportunidades, hablante y
emisor deben ser diferenciados, pues no siempre
el uno coincide con el otro. Si pensamos en las
órdenes, podríamos imaginar la situación en la
que un supervisor, en nombre de una autoridad
determinada, emite el siguiente mensaje a los
trabajadores de una empresa: “¡nuestro director les
pide que trabajen con más entusiasmo, aprovechen
las oportunidades que les brinda nuestra
compañía!”. En tal caso podríamos establecer que
el transmisor de la orden es el supervisor, aunque
este no constituye el emisor del mensaje, pues
la intención del mismo la provee la autoridad en
cuyo nombre se insta a los trabajadores. Vemos,
entonces, que no siempre el hablante y el emisor de
un mensaje pueden verse reflejados en una misma
persona. Si retomamos lo reseñado párrafos atrás,
estamos claros en que el sujeto de un imperativo
(quien, como vimos, coincide con el destinatario)
no puede ser identificado con el orador/emisor,
pues tal rol (dentro de la interacción) lo ocupa
quien dice la orden y quien provee la intención de
esta, independientemente de que ambas figuras
coincidan o no en un mismo individuo.
Ahora corresponde examinar lo referente a los
papeles del receptor y del destinatario. El primero será
cualquiera que pueda simplemente percibir el mensaje,
mientras que sobre el segundo recae la intención (o
acto ilocutivo) del contenido producido por el emisor.
Si examinamos el caso de los imperativos, puede
que las guras del receptor-destinatario coincidan
cuando, por ejemplo, una madre trata de despertar
a su hijo diciéndole “¡levántate de la cama que ya
se te hizo tarde para ir a la escuela!”. En este caso,
el hijo recibe y a la vez funge como el destinatario
de la orden emitida. Por otra parte, si imaginamos
un evento en el que un político (públicamente y
frente a sus adeptos) dirige una crítica a su principal
adversario (sin que este se encuentre presente en el
lugar) diciendo “¡al otro candidato le digo que vaya a
recorrer los campos y escuche las necesidades de sus
votantes!”; en dicha situación podemos apreciar que
los receptores principales serían los seguidores del
político, no obstante, el destinatario principal (sobre
quien recae la intención de la orden) sería el oponente
del enunciatario (quien, desde luego, también será un
receptor más del mensaje). Recordemos que, según
el Manual, en la mayoría de los casos el sujeto del
imperativo coincide con el receptor-destinatario de
la orden. Respecto a los imperativos subjuntivos e
innitivos como “no pise el césped” o “no deambular”,
estos implican la existencia (hasta cierto punto tácita o
sobreentendida) de un enunciatario (locutor-emisor)
que apela a la voluntad de quien recibe el mensaje con
miras al cumplimiento u omisión de determinada
acción. A su vez, el receptor-destinatario de este
tipo de imperativos podrá ser cualquier persona que
pueda percibir el mensaje, bien sea de forma auditiva,
mediante la lectura o —inclusive— a través de las
señas.
Si bien es cierto que las apreciaciones
anteriores respecto a las guras del transmisor,
emisor, receptor y destinatario se aplican de igual
forma para la producción de secuencias asertivas e
Medina Ceballos, J. J. Rev. Educ. Art. y Com. Vol. 14 Nro. 1, Enero-Junio 2025: 36-50
Hymes (1974) propuso mediante la fórmula mnemotécnica SPEAKING un total de ocho componentes presentes en todo evento del
discurso. Cada letra del término inglés alude a un factor de la comunicación tal y como se expone a continuación: i) situation (S), ii)
participants (P), iii) ends (E), iv) acts (A), v) keys (K), vi) instrumentalities (I), vii) norms (N) y, nalmente, viii) genre (G).