DOI: 10.54753/rve.v10i1.1294
Vol.10-N°1, Enero - Junio 2022
p-ISSN:2602-8204 | e-ISSN 2737-6257
1 | INTRODUCCIÓN
La Unicef (2012) menciona que el homicidio se ha convertido
en un grave problema para miles de personas en todo el mundo, es-
pecialmente para los niños y niñas. La afección para los menores se
da tanto por las muertes, que por los traumas y daños que les pro-
voca la muerte de una persona cercana. En el año 2012 perdieron
la vida aproximadamente 95 000 niños y adolescentes entre 0 y 19
años. Para este mismo año el número total de homicidios fue de 437
000, de este valor, el 79 % son víctimas masculinas.
Según la ONU (2013), casi 750 millones de personas viven en
países con niveles de homicidio elevados, lo que significa que casi
la mitad de los homicidios suceden en países que representan alre-
dedor del 11 % de la población mundial. Las tasas de homicidio han
aumentado en los últimos años, sobre todo en el continente ameri-
cano, además, existe una brecha cada vez mayor en los niveles de
homicidio entre los países con tasas altas y aquellos con tasas bajas.
Existen múltiples variables que influyen sobre las tasas de homici-
dio.
La ONU en el 2012 publicó un informe donde menciona al-
gunas variables determinantes para un aumento de homicidios, en-
tre estas tenemos: la renta per cápita, las desigualdades sociales y
económicas, el acceso a las armas de fuego, una educación de baja
calidad, un estado de derecho y gobernanza inefectivos, altos nive-
les de criminalidad y la prevalencia de pandillas. Según este mismo
informe, existe una relación especial entre los homicidios y la des-
igualdad económica.
Cabe resaltar que en todas las regiones del mundo la violencia
y homicidios afecta mucho más a los hombres que a las mujeres. Hay
muchos autores que a través de sus estudios han determinado el im-
pacto de la desigualdad de ingresos en las tasas de homicidio. No
hay una teoría establecida para el caso, pero la evidencia empírica
forma una base sólida para estudiar el problema formalmente. Por
ejemplo, Coccia (2017) menciona en su estudio para 191 países que
la desigualdad socioeconómica se asocia positivamente con los de-
litos violentos. Así mismo Wilkins et al. (2019) asocian a la desigual-
dad de ingresos en la explicación de las tasas de homicidio, entre
otras variables. Por otro lado, Parker et al. (2017) resaltan la impor-
tancia del control de actividades criminales en la reducción de los
homicidios. Como estos estudios hay muchos más que respaldan la
relación entre las variables de interés.
Considerando lo expuesto, la presente investigación tiene co-
mo objetivo analizar el efecto que provoca la desigualdad de ingre-
sos en las tasas de homicidio de países latinoamericanos y europeos
durante el año 2000 y 2018. Se tomó como muestra de estudio a
los cinco países con las tasas de homicidio más altas de cada región.
Se lleva a cabo la aplicación de técnicas econométricas con datos de
panel y regresiones de umbral. La hipótesis que se pone a prueba
es que la desigualdad de ingresos influye de manera significativa al
aumento en las tasas de homicidio en estos países. Adicionalmen-
te, se analiza como cada una de las variables de control afecta de
manera particular a la dependiente, según el grupo de países.
Los principales resultados apuntan a que el aumento de la des-
igualdad influye en el aumento de homicidios en Europa y los dis-
minuye en Latinoamérica. Este comportamiento responde a las di-
ferencias de las regiones. Esta investigación constituye un aporte
tanto analítico como metodológico que expande la información de
la temática en cuestión.
Este artículo consta de los siguientes apartados: la revisión de
literatura previa que recolecta la evidencia empírica e información
pertinente, los datos y metodología empleada, discusión de los re-
sultados y finalmente las conclusiones e implicaciones de política
derivadas de la investigación.
2 | REVISIÓN DE LITERATURA PRE-
VIA
El homicidio ocurre cuando se atribuye la muerte de una per-
sona a otra (Chmieliauskas et al., 2019). Muchos factores inducen
a que se produzcan este tipo de actos violentos: portar armas blan-
cas, Papi et al. (2020) indican que, el 25 % de homicidios se llevan a
cabo con este medio en Italia; permisos para tener armas de fuego,
esto aumenta significativamente las tasas de homicidio y suicidio
(König et al., 2018); trastornos ocasionados por el alcohol (Chen et
al., 2019) y consumo de drogas (Leibbrand et al., 2020). Por mu-
chos años este problema fue visto como un tema concerniente a la
moral, pero se evidenció una relación con diversos factores como la
psicología, economía, condición social, edad, etnia, raza, género, etc.
(Hartwell et al., 2018; Riedel y Dirks, 2008; Monchalin et al., 2019)
y le dieron mucha más importancia a su estudio, incluso se ha llega-
do a considerar un problema de salud pública (Rouchy et al., 2020;
Deusdará et al., 2020).
Por otra parte, Matsubayashi y Sakaiya (2020) mencionan que
la desigualdad de ingresos crece en todo el mundo. El estudio de la
desigualdad es de gran interés porque afecta a diversos campos de
la economía. En regiones como Latinoamérica es muy grande y ha
perdurado por muchos años (Neidhöfer et al., 2018; Dávila y Agu-
delo, 2019) siendo un serio problema. Se la asocia con menores ni-
veles educativos (Hessel et al., 2020), daño en la acumulación de
capital físico y humano (Zhang, 2005; Hai y Heckman, 2017; Baten
y Juif, 2014), intensificación de la pobreza (Ngozi et al., 2020), bajo
desarrollo financiero (Seven, 2021), conflictos armados (Hook et al.,
2020), aumento de tasas de suicidio y homicidio (Campo y Herazo,
2015) y terrorismo (Ajide y Amili, 2021).
También se ha determinado una desigualdad de ingresos aso-
ciada con la raza, género (Chantreuil et al., 2020; Klasen, 2020; Araú-
jo, 2015), etnia, características sociales y culturales (Musterd y Os-
tendorf, 2012). Aunque en muchas economías avanzadas esta ha
disminuido (Magda et al., 2020), aún existe mucho que hacer en
otros países, como en los latinoamericanos (Vacaflores, 2018; Cor-
tés, 2013). Adicionalmente, las diferencias entre países son notorias
(Binelli et al., 2015). A partir de estos problemas (homicidio y des-
igualad de ingresos), varios estudios señalan una relación entre ellos.
En inicio existe una relación de largo plazo entre homicidios y acti-
vidad económica (Carranza et al., 2011), pero luego se expande a
todo el contexto socioeconómico. Las condiciones adversas como
la pobreza y discriminación, en muchos casos son causantes del au-
mento de estas tasas (Campo et al., 2020).
Varias estimaciones revelan una fuerte asociación entre la po-
breza y las tasas nacionales de homicidio. Ingram y Marchesini
(2019) mencionan que la violencia tiene efectos nocivos para las
personas y la sociedad. Esto es especialmente cierto en América La-
tina, una región que se destaca a nivel mundial por su alta tasa de
homicidios. Además, enfatizan el efecto del gasto público en segu-
ridad para reducir el problema. Por su parte, Rogers y Pridemore
(2013) respaldan la idea que las políticas gubernamentales como la
protección social moderan la influencia de la desigualdad en las ta-
sas nacionales de homicidio. Así mismo, Yapp y Pickett (2019) ex-
presan que la violencia en pareja se asocia significativamente a la
mayor desigualdad de ingresos, tomando en cuenta el coeficiente
de Gini y el ingreso per cápita.
Según Nadanovsky y Cunha-Cruz (2009), las tasas de homici-
dio varían ampliamente entre y dentro de los diferentes continentes.
En su estudio para países de América del Sur y de la OCDE deter-
minan este comportamiento, así como también que, los países con
menor desigualdad de ingresos, menor mortalidad infantil, mayor
ingresos promedio per cápita y mayores niveles de educación pre-
sentan menores tasas de homicidio.
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