Ochoa-Cabrera J.& Ponce P.
Vol.11-N°1, Enero - Junio 2023
p-ISSN:2602-8204 |e-ISSN 2737-6257
chos artífices, en el campo económico y social, se dieron cuenta de
la importancia que tenía el comportamiento humano al momento
de realizar actividades sociales, culturales, políticas y económicas,
donde, autores como Pareto et ál. (1906) mencionan que toda cien-
cia social debe tener como fundamento la psicología humana, dado
que, si se trata de ignorar la psicología, de alguna u otra forma se
la tendrá que involucrar, ya que, según Clark (1918) no se puede
ignorar la naturaleza humana que envuelve los deseos individuales.
En aquella época, la psicología se consolidaba cada vez más en
las ciencias políticas y sociales, debido a que, los humanos cuando
buscan alguna solución, esta suele estar encaminada por la satisfac-
ción que nos puede brindar instantáneamente (Simon, 1957), por lo
que, Gómez y Brunner (1965) nos mencionan que existen dos ma-
neras por las cuales un individuo puede adquirir creencias no obser-
vables: primero, a través de hacer uso de relaciones o experiencias
propias y/o ajenas previamente adquiridas; y segundo, por la codifi-
cación formal de la lógica. Por su parte, Tversky y Kahneman (1974,
1979, 1981) realizaron diversos aportes, donde mencionaban que:
los humanos tienden a realizar juicios sesgados bajo incertidumbre,
y, que los individuos tomaban decisiones en un contexto de duda.
Posteriormente, Ajzen y Fishbein (1980) realizaron un mode-
lo denominado la teoría de acción razonada (TAR), la cual, se basa
en el supuesto de que las personas al ser seres racionales utilizan
la información disponible para tomar decisiones. Luego se trató de
introducir varios rasgos de la personalidad humana para explicar su
comportamiento en aspectos sociales y económicos, pero no siem-
pre funcionaba, tal es el caso de intentar relacionar el comporta-
miento social o económico con la participación política (Levenson,
1981) y algunas medidas más especializadas como el control rela-
cionado con los logros (Wallston y Wallston, 1981), o el control de
la salud (Lefcourt, 1982).
La psicología social, al ser es un campo muy amplio y comple-
jo de estudiar, trata de explicar el comportamiento humano a tra-
vés de disposiciones conductuales, como, la actitud social y rasgos
de la personalidad, los cuales, juegan un papel de suma importan-
cia al momento de intentar predecir y explicar el comportamiento
de los individuos (Sherman y Fazio, 1983). Dado esto, Ajzen (1985,
1988) basado en la teoría de acción razonada introdujo la teoría del
comportamiento planificado, la cual, se ha convertido en uno de los
modelos psicosociales más usado y con mayor apoyo empírico, sos-
teniendo que el comportamiento de las personas tiende a ser volun-
tario y está determinado por la intención conductual.
En relación a la intención conductual, Ajzen (1991) menciona
que, esta se construye a través de tres factores; la actitud, la cual
nos indica la creencia o postura personal en cuanto al problema
planteado y nos ayuda a determinar si esta es negativa o positiva
para el individuo; las normas subjetivas, estas hacen referencia a la
presión social percibida por el individuo que se determina por dos
componentes: la percepción de aprobación por personas importan-
tes (creencias normativas) y la motivación para ajustarse al deseo
de esas personas (motivación de ajustarse); y el control conductual,
que es la perspectiva de poder controlar una conducta donde afec-
tan tanto factores internos como externos, entre los internos pode-
mos encontrar las habilidades psicológicas y físicas, mientras que en
las externas el tiempo, los medios o circunstancias, oportunidades
y dependencia a terceros.
Como ya se ha mencionado, la importancia de la psicología en
las personas a la hora de consumir o demandar un bien o servicio
es de gran relevancia (Pigou y Aslanbeigui, 2002), por esta razón,
la teoría del comportamiento planificado se ha aplicado para medir
diversos comportamientos proambientales, como el consumo res-
ponsable y ecológico (Li y Gong, 2013). En este sentido, este estudio
toma en consideración las siguientes variables; la demanda de plás-
ticos como variable dependiente; el COVID-19 como variable inde-
pendiente, que representa al factor control conductual, ya que, esta
mide como algunos factores, tanto internos como externos, afecta-
ron a las personas en la pandemia; las normas sociales como una
de las variables de control, está por su parte, representa a las nor-
mas subjetivas, dado que, trata de medir como influyeron diversos
grupos de personas en la actitud pro ambiental del individuo; y la
conciencia ambiental como otra variable de control, la cual, repre-
sentar al factor actitud, esto debido a que, describe como nuestra
postura ambiental afecta al cuidado del entorno.
2.2 |Evidencia Empírica
Durante la pandemia causada por el COVID-19, los plásticos
tomaron un papel importante para la vida cotidiana de las personas
(Inamdar, 2022), dado que, el virus es un síndrome respiratorio se-
vero (Ghebreyesus, 2020), el cual, se puede transmitir por diversas
rutas y mecanismos, donde la transmisión directa entre individuos
es la forma en la que más contagios se han registrado (Noorimotlagh
et ál., 2021). Por ejemplo, en el caso de la ciudad de Loja se han podi-
do registrar niveles considerables de casos confirmados, los cuales,
han crecido de forma aritmética, siendo 2064 casos el pico máximo
registrado para el mes de abril en 2021 (Gobernación de Loja, 2021),
por lo que, para controlar esta enfermedad que es tan grave y que
se puede contraer fácilmente, se recomendó usar equipo de pro-
tección personal, como mascarillas y guantes, los que, ayudaron a
prevenir la propagación del virus (Marzoli et ál., 2021; Riofrío, 2020;
Parashar y Hait, 2021), por lo que, se llegó a un aumento repentino
de los desechos plásticos (Lee et ál., 2019).
Además, las diferentes normas o políticas implementadas du-
rante la pandemia, así como, restricciones de viajes entre diferentes
naciones, distanciamiento social, prohibición de reuniones privadas
y públicas, reducción en los aforos de sitios públicos y privados y
la práctica regular de desinfectarse las manos, también ayudaron a
controlar la propagación de los contagios a causa del virus, los cua-
les, presentaban un incremente geográfico (Dharmaraj et al., 2021;
Shams et al., 2021; Khera et al., 2021). A pesar de la utilización de
equipo de protección personal y las diferentes normas, durante el
brote del COVID-19 se registró una gran cantidad de contagiados,
por lo que, los desechos médicos crecieron exponencialmente cada
día, como es el caso de Wuhan, donde los desechos médicos aumen-
taron de su nivel normal a un pico de 240 toneladas (Klemeš et ál.,
2020), por lo que, la eliminación de desechos médicos en muchas
ciudades estaba sobrecargada (Tang, 2020; Vanapalli et ál., 2021).
Así mismo, los patrones de consumo de bienes y servicios cam-
biaron gradualmente durante la pandemia (Hobbs, 2020; Sit et al.,
2022; Shet, 2020; Leal et ál., 2021), dando como resultado la cre-
ciente demanda de productos que se entregan en envases de plásti-
co, como los son los medicamentos y alimentos, que se han conver-
tido en una de las principales fuentes de desechos plásticos durante
la pandemia (Singh y Chauhan, 2020; ), esto a su vez, ha dado como
consecuencia la contaminación plástica, la misma que, fue provoca-
da por la acumulación de productos plásticos en el medio ambiente,
que están ampliamente presentes en los ecosistemas terrestres, ma-
rinos y de agua dulce de todo el mundo (Rochman, 2018; Paul-Pont
et ál., 2018; Silva et ál., 2021)
En esta perspectiva, un estudio desarrollado en cinco países
de Europa demostró cómo el comportamiento del gasto de los con-
sumidores, a raíz de la crisis del COVID-19, se fue alterado, dando
como resultado cambios en el consumo sectorial a medida que iba
pasando el tiempo de pandemia (Hodbod et ál., 2021), lo cual, oca-
sionó impactos sociales enormes, por lo que, las personas han teni-
do un impacto positivo en su conciencia ambiental, lo que ha provo-
cado un mayor interés en las prácticas ecológicas (Mi et ál., 2021).
Además, esta crisis ha cambiado la forma en que compramos (Sit
et al., 2022), ya que, los consumidores cambian sus costumbres de
acuerdo a sus circunstancias (Shet, 2020). Esto causó el aumento de
las compras en línea y los servicios delivery (Leal et ál., 2021), ocasio-
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