Revista Económica
DOI: 0.54753/rve.v12i1.1859
Vol.12-N°1, Enero - Junio 2024
p-ISSN:2602-8204 |e-ISSN 2737-6257
ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN
Participación de las mujeres en la economía de países en desarrollo
Participation of women in the economy of developing countries
Raquel Alvarado-López ID 1|María Arévalo-Jaramillo ID 2
1Universidad de Valencia, España
2Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador
Correspondencia
Raquel Alvarado-López, Universidad de Valencia,
España.
Email: mariaraquelalvaradolopez@gmail.com
Fecha de recepción
Mayo 2023
Fecha de aceptación
Noviembre 2023
RESUMEN
La participación de las mujeres en el desarrollo de los países es de crucial importancia ya que
promueve la igualdad de género, apoya la reducción de la pobreza, la independencia finan-
ciera, generación de capital humano calificado, reajuste de las brechas salariales de género y
además tiene un impacto positivo en la sociedad en su conjunto ya que contribuye al logro
de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. La presente investigación
analiza la participación de las mujeres en el crecimiento de los países en desarrollo mediante
un estudio de enfoque cuantitativo y cualitativo bajo el método analítico utilizando datos
relacionados con el ingreso, empleo remunerado, áreas laborables, desempleo, percepción
de derechos de mujeres, y trabajo asalariados de forma comparada entre países con el ánimo
de identificar brechas, conocer y analizar la contribución de las mujeres en el contexto de
las economías nacionales. Entre los resultados más importantes podemos resaltar que, con
respecto a los trabajadores asalariados (mujeres) entre Bolivia, Argentina, Perú y Ecuador
se observa una brecha representativa en el caso de Argentina tiene un nivel de desarrollo
económico relativamente más alto en comparación con Bolivia, Perú y Ecuador razón por
que las políticas laborales, igualdad de género, la educación son diferentes esto influye en
la fuerza laboral de las mujeres de cada país.
Palabras clave: Crecimiento económico, Igualdad, Mujeres, Economía.
Códigos JEL: A12. O10. O5
ABSTRACT
The participation of women in the development of countries is of crucial importance since it
promotes gender equality, supports poverty reduction, financial independence, generation
of qualified human capital, readjustment of gender wage gaps and also has a positive impact
on society as a whole as it contributes to the achievement of the United Nations Sustaina-
ble Development Goals. This research analyzes the participation of women in the growth of
developing countries through a quantitative and qualitative approach study under the analy-
tical method using data related to income, paid employment, work areas, unemployment,
perception of women’s rights, and salaried work in a comparative manner between coun-
tries with the aim of identifying gaps, knowing and analyzing the contribution of women in
the context of national economies. Among the most important results we can highlight that,
with respect to salaried workers (women) between Bolivia, Argentina, Peru and Ecuador, a
representative gap is observed in the case of Argentina, which has a relatively higher level
of economic development compared to Bolivia. Peru and Ecuador, the reason why labor po-
licies, gender equality, and education are different, this influences the workforce of women
in each country.
Keywords: Economic growth, Equality, Women, Economy.
JEL codes: A12. O10. O5
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Alvarado-López, R., Arévalo-Jaramillo, M.
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1|INTRODUCCIÓN
Analizar el rol de las mujeres en las economías de los países en
vías de desarrollo es un tema de especial relevancia ya que no sólo
permite identificar el aporte femenino en el desarrollo económico
sino también la realidad de género y las desigualdades sociales que
persisten (CEPAL, 2017). El presente artículo tiene como objetivo
identificar la participación de las mujeres en la economía de países
en vías de desarrollo especialmente países de América del Sur, eco-
nomías con grandes niveles de divergencia donde el campo laboral
es escaso generando patrones de discriminación en contra de la mu-
jer (Espino y De los Santos, 2019). En el mismo sentido Ribas y Sa-
jardo (2004) determinan que, la participación mujeres en el campo
laboral es baja sin tomar en consideración la variedad de actividades
a la que dedican y el tipo de remuneración que reciben, tema que
repercute a los derechos de las mujeres.
La pausada incorporación de las mujeres en las actividades eco-
nómicas y niveles educacionales de los países periféricos ha gene-
rado un esparcimiento de desigualdad social y de ingresos (Muñoz
et al., 1998). En este tema, Elborgh-Woytek, et al. (2013), identifica
experiencias que demuestran que cuando la tasa de participación
de las mujeres en el campo laboral aumenta se producen beneficios
económicos a nivel nacional, lo que implica que las actividades de las
mujeres tienen un gran impacto económico, político y social funda-
mentado en su potencial humano y sus contribuciones económicas.
El tema del género dentro de la economía constituye un ele-
mento importante ya que puede tener un impacto significativo en
el crecimiento económico y el desarrollo sostenible. Las desigualda-
des de género en el mercado laboral, la educación y el acceso a los
recursos pueden limitar la participación y el potencial productivo.
Actualmente, se reconoce que, en determinados países, la partici-
pación de las mujeres dentro en el área empresarial aún es mínima,
además que se trata de emprendimientos considerados pequeños
y con menor nivel de crecimiento (Camarena y Saavedra, 2016). Se
reconoce que de manera general los emprendimientos impulsados
por mujeres tienden a favorecer directamente las condiciones de
vida de la población especialmente en comunidades marginadas o
desfavorecidas, ya que aumentan la atención y la inversión en áreas
como la salud, la vivienda y la educación, lo que demuestra que “la
participación de las empresas lideradas por mujeres tiene una alta
correlación con el crecimiento de PIB” (Bullough, 2008). Además,
los emprendimientos liderados por mujeres a menudo tienen un en-
foque en productos y servicios que abordan las necesidades y de-
safíos específicos de las mujeres y las comunidades a las que sirven.
Esto puede incluir productos para el cuidado de la salud femenina,
servicios de educación para niñas y mujeres, y productos y servicios
que abordan la pobreza y la falta de acceso a recursos básicos un
elemento de gran importancia.
La llamada economía feminista aborda este tipo de problemá-
ticas, la igualdad de género y el empoderamiento económico de las
mujeres pueden tener un impacto positivo en el crecimiento eco-
nómico y en el desarrollo en general (Rodríguez, 2007). Desde esta
perspectiva se ha reconocido la importancia de generar acciones
que permitan enfrentar las desigualdades que afectan los derechos
de las mujeres en el campo laboral y económico a causa de realida-
des donde persiste la discriminación, desigualdad y falta de opor-
tunidades (Esquivel, 2016). Se considera que este tipo de acciones
pueden identificarse como la causa de una lenta incorporación de
las mujeres en la vida económica y productiva de los Estados. Ade-
más, se ha demostrado que la igualdad de género puede tener un
efecto positivo en el desarrollo humano y social. Cuando las muje-
res tienen acceso a educación, atención médica y otros recursos,
pueden mejorar su calidad de vida y la de sus familias, y tener un
impacto positivo en la salud, la nutrición y la educación de sus hijos.
Esto, a su vez, puede mejorar el capital humano de un país y tener
un efecto multiplicador en el crecimiento económico.
Varios autores han encontrado una correlación positiva entre
la igualdad de género y el crecimiento económico (Acemoglu y Ro-
binson, 2000; Do y Phung, 2006; Sen, 2016; Seguino, 2000). La evi-
dencia sugiere que cuando las mujeres tienen acceso a educación,
recursos y oportunidades económicas, pueden contribuir significa-
tivamente al crecimiento económico a través de su participación en
la fuerza laboral, el aumento de la productividad y la innovación.
Aunque la relación entre la condición de género y el crecimiento
económico es compleja y multifacética, la evidencia sugiere que la
igualdad de género y el empoderamiento económico de las mujeres
pueden tener un impacto positivo en el crecimiento económico y
en el desarrollo en general.
Luego de haber realizado un breve preámbulo sobre la impor-
tancia de la participación de las mujeres en la economía de países
en vías de desarrollo, es importante destacar que la contribución
de este tipo de estudios es importante para determinar las opor-
tunidades y problemas que aun rodean a las mujeres en el plano
económico y cómo esto impacta las economías nacionales. En el
presente artículo se realiza una búsqueda minuciosa de datos dis-
ponibles en el Banco Mundial, CEPAL y Latinobarómetro los cuales
busca despejar algunas interrogantes tales como: £qué países tiene
mayor participación de trabajadores y empleadores mujeres? y £cuá-
les son los países que han logrado mejorar la autonomía económica
de las mujeres? Los datos de tipo cuantitativo y cualitativo serán
analizados bajo el método analítico con el propósito de dar respues-
ta a las preguntas de investigación, organizándolos mediante una
estructura lógica que parte de un marco teórico donde se exponen
los hallazgos que hasta la fecha existen sobre el tema, a continua-
ción se presenta la metodología, como tercer punto la presentación
de los resultados y discusión de los mismos y finalmente se expo-
nen las principales conclusiones y la futura agenda de investigación,
destacando en ello el aporte teórico y empírico alcanzado por este
trabajo.
2|MARCO TEÓRICO
La participación de las mujeres en la economía es fundamental
para lograr un desarrollo económico sostenible y equitativo (Macha-
do et al, 2018). Es importante que los gobiernos y las empresas sus-
citen políticas y prácticas que fomenten la inclusión de las mujeres
en el mercado laboral y eliminen las barreras que impiden su parti-
cipación plena y efectiva. Los gobiernos y las empresas promuevan
políticas y prácticas que fomenten la inclusión de las mujeres en el
mercado laboral y eliminen las barreras que impiden su participación
plena y efectiva. En el mismo sentido Stefoni (2009), determina que
las mujeres constituyen un sector importante para el desarrollo pro-
ductivo de los Estados que enfrentan dificultades de orden social y
cultural porque, en muchos casos, son las principales responsables
de la atención de la familia y de las labores domésticas no remunera-
das. Esta situación, a menudo, limita la participación plena y efectiva
de las mujeres en el mercado laboral y en la economía en general.
Sin embargo, cuando se eliminan las barreras y se promueve la igual-
dad de género, las mujeres pueden tener un impacto significativo en
el crecimiento económico y la innovación.
En los últimos años, el panorama relativo a la participación de la
mujer en el mercado laboral en América del Sur ha sufrido importan-
tes cambios, que se traducen en una mayor participación femenina
en las actividades económicas y productivas. Asimismo, se reconoce
la importancia de fomentar la participación de la mujer en la econo-
mía mundial como agente de desarrollo, no solo en beneficio de su
familia sino también de su comunidad (Aguirre y Ferrari, 2014).
Los avances registrados en la inserción de la mujer en el mer-
cado laboral incluyen el aumento de la participación femenina en la
fuerza de trabajo, el incremento en la tasa de ocupación e incluso
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la disminución de la tasa de desempleo, al mismo tiempo que se
observa una reducción de la brecha de género en dichos indicado-
res. Sin embargo, las mujeres siguen rezagadas en algunas áreas con
respecto a la participación económica. A pesar de su disminución, la
tasa de desempleo continúa siendo elevada. Las mujeres perciben
en promedio una remuneración inferior a la de los hombres por el
mismo trabajo realizado y se concentran en empleos de baja remu-
neración. Por último, la inserción en el mercado laboral no implica
necesariamente un empleo pleno, pues las mujeres tienen mayores
probabilidades de estar subempleadas, situación que limita su desa-
rrollo económico y profesional (Avolio, 2008).
En América Latina y el Caribe, se observa un incremento signi-
ficativo en la participación de la mujer en el mercado laboral, que
aumentó del 43,5 % en 1992 al 52,6 % en 2012 (OIT, 2012). De
acuerdo con la CEPAL (2004), a pesar de estos avances, aún exis-
ten diferencias entre hombres y mujeres. En 2002, alrededor de la
mitad de las mujeres mayores de 15 años no tenía ingresos propios,
mientras que solo cerca del 20 % de los hombres se encontraba en
dicha situación. En la actualidad, esa cifra se mantiene para las mu-
jeres a nivel mundial, pues cerca del 50 % de las mujeres no es eco-
nómicamente activo (OIT, 2014). Según Otazu L, (2023), determino
que la tasa de participación laboral femenina en la región ha aumen-
tado de alrededor del 50 % en la década de 1990 a alrededor del
60 % en la actualidad. Este incremento se debe en parte a la mayor
disponibilidad de educación y oportunidades económicas para las
mujeres, así como a una mayor conciencia sobre la importancia de
la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
Sin embargo, a pesar de esto progreso, todavía existen desa-
fíos significativos que limitan la participación plena y efectiva de las
mujeres en el mercado laboral en la región. La brecha salarial de
género sigue siendo una preocupación importante, y muchas mu-
jeres enfrentan barreras para acceder a trabajos de alta calidad y
bien remunerados. Además, las mujeres siguen siendo sobrerrepre-
sentadas en trabajos informales y precarios, lo que a menudo limita
su acceso a protecciones laborales y sociales (Klasen, 2002). En el
mismo sentido Klasen y Lamanna (2009), desarrollan modelos de
crecimiento económico en donde se incluyen, en forma consecuti-
va, variables de brechas de participación y educación de mujeres
para medir los efectos indirectos y ecuaciones que relacionan estas
brechas con algunos determinantes del crecimiento, como la inver-
sión. La posibilidad real de que los incrementos en la productividad
del trabajo femenino se traduzcan en aumentos salariarles insesga-
dos dependerá de situaciones estructurales de la economía y sus
instituciones, que pueden reducir o incrementar su capacidad de
negociación salarial.
Un segundo grupo de investigaciones enfatiza los efectos del
“lado de la demanda” de la desigualdad en salarios y empleo, tanto a
corto como a largo plazo (Erturk y Cagatay, 1995; Blecker y Seguino,
2002). Estas investigaciones ponen énfasis en las características es-
tructurales de las economías, que influyen en la interacción entre
las relaciones de género y los agregados macroeconómicos. En es-
tos estudios se da cuenta de que en países semi-industrializados
las diferenciales salariales pueden estimular dos importantes agre-
gados económicos: la inversión y las exportaciones (Seguino, 2000
y 2010). En países en desarrollo, muy dependientes de las exporta-
ciones para financiar sus importaciones de bienes de capital, el tra-
bajo femenino ha sido una de las principales fuentes de ganancias
de tipo de cambio y de relajación de la restricción externa (debido
a ganancias en competitividad).
En economías orientadas a exportaciones intensivas en mano
de obra femenina, la educación de esta mano de obra es clave para
elevar la competitividad. Así, se encuentra una alta correlación en-
tre la educación de las mujeres y las exportaciones (y, por ende, el
crecimiento económico) (Seguino, 2000). Esta línea argumentativa
tiene poca evidencia empírica, en esencia por un problema de infor-
mación sobre la competitividad y la productividad interna en los paí-
ses. En economías más orientadas hacia la agricultura, el efecto de
género en el crecimiento está más vinculado a las desigualdades en
la propiedad de la tierra y el crédito que a las desigualdades educati-
vas (Blackden y Bhanu, 1999; Doss y Morris, 2001). En estos casos,
los indicadores más demostrativos sobre inequidad de género son
los de brechas en educación primaria, acceso a crédito y derechos
de propiedad.
En relación con las desigualdades salariales y el empleo, los
estudios son menos abundantes y sus resultados responden a dife-
rentes marcos teóricos y, por ende, han dado paso a un importante
debate. En un grupo de investigaciones se pone énfasis en los de-
terminantes de largo plazo del crecimiento de la productividad y el
enfoque de la oferta. En esta línea, en algunas investigaciones se
modelizan la maximización de la ganancia de los productores me-
diante la selección de un conjunto adecuado de capitales humanos,
cuya disponibilidad se ve reducida por la no entrada al mercado de
personas potencialmente productivas (Esteve-Volart, 2004). En es-
tos estudios se toma la no inclusión de las mujeres en el empleo
como una distorsión que reduce el conjunto de talentos, en el ca-
so de empleados, y la productividad, en el caso de desigualdad en
el acceso a tecnología y otros recursos productivos (Blackden et al,
2007).
En el caso ecuatoriano, la evolución de la feminización duran-
te los últimos años se confirma con el resultado encontrado en el
modelo conjunto. No obstante, las fluctuaciones de este indicador
son opuestas a las fluctuaciones en la tasa de crecimiento. De ello se
puede intuir que en este caso la participación femenina, que en con-
junto impacta positivamente en la tasa de crecimiento, crece más
rápidamente en presencia de desaceleraciones en la economía, en
presencia de mayor desempleo masculino, la reacción de la oferta
femenina es positiva. De encontrarse este resultado en el largo pla-
zo, se podría confirmar lo planteado por Erturk y Cagatay (1995)
sobre la relación alta entre feminización y bajos ingresos per cápita.
Pese a la gran inicidencia que se ha demostrado que las mu-
jeres ejercen sobre las economías nacionales, es un tema aun poco
reconocido desde el Estado y las políticas públicas, un fenómeno
que ha sido calificado como un proceso de invisibilización del traba-
jo de las mujeres (García, 1997). Es necesario reconocer que existe
una relación directa entre el porcentaje de mujeres inmersas en ac-
tividades productivas y laborales frente al nivel de desarrollo de las
poblaciones, un factor que podría estar siendo desaprovechado an-
te la falta de oportunidades y apoyo que reciben. Sobre este tema
Rico y Gómez (2009), afirman que existen sectores rurales donde las
mujeres logran dinamizar la economia de forma significativa gene-
rando un impacto global en el crecimiento de las economías locales.
Desde el siglo XX la incorporación de la mujer en el mercado
laboral y productivo ha logrado incrementarse de forma significati-
va, sin embargo, también se reconoce que aun persisten problemas
como, “la carga del trabajo no remunerado; los tradicionales roles de
género; y la falta de políticas que contribuyan a conciliar el trabajo
y vida familiar” (Ojeda, Mul y Saavedra, 2019). Se trata del impacto
de segmentación laboral donde la mujer históricamente ha estado
asociada a roles domesticos o privados, logrando que su participa-
ción en las dinámicas económicas y laborales se vea condicionada
a factores familiares, como por ejemplo el número de hijos, esto úl-
timo puede llegar a reconocerse como un factor determinante. De
acuerdo al trabajo publicado por Del Rio et. al. (2010), el tamaño de
la familia puede ser un elemento clave para explicar la autonomia
económica y laboral de las mujeres.
A partir del análisis teórico se reconoce que el nivel de inclu-
sión laboral de las mujeres es uno de los elementos determinantes
para incidir en la economía de los países, por tanto en el presen-
te trabajo se da prioridad a las referencias estadísticas relacionadas
con la autonomía económica de las mujeres desde su condición de
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trabajadadora y empleadora. Desde los datos referidos es posible
identificar el aporte que dichas actividades generan a la economía
nacional, donde la población femenina constituye un actor impor-
tante para impulsar la economía de los Estados.
3|METODOLOGÍA
El presente estudio tiene un enfoque cuantitativo y cualitativo,
desarrollado bajo el método analítico y se basa en datos históricos,
actuales disponibles a través de bases de datos del Banco Mundial,
CEPAL y Latinobarómetro. La selección de los datos se enfoca en
dentificar la participación de las mujeres en la economía de países
en vías de desarrollo. Partiendo de un análisis minucioso descrito
en la introducción donde se resalta la importancia de la participa-
ción de las mujeres en la economía y su efecto en el desarrollo, en
el mismo sentido el marco teórico se sustenta algunos resultados
y evidencias empíricas acerca del tema de estudio utilizando una
metodología adecuada para el desarrollo y comprensión de esta in-
vestigación.
La selección de la metodología, considera las propuestas me-
todológicas que se han realizado varios estudios relacionados. Vara
(2006) señala que los estudios relacionados con la economía y el gé-
nero deben demostrar los espacios que son ocupados por las muje-
res, para poder dentificar los procesos de discriminación tanto como
el impacto de las políticas públicas que se relacionan con este tema.
Los datos cuantitativos y cualitativos relacionados con la participa-
ción de las mujeres se consideran pertinentes para poder considerar
los índices y estadísticas adecuados para poder apreciar cierto tipo
de desigualdades y sus diversas formas de manifestarse(Carrasco,
2001).
Se ha tomado como referencia los países de América del Sur,
como Brasil, Argentina, Chile, Ecuador, Perú, Bolivia y Uruguay don-
de existen económicas en vías de desarrollo y donde la incidencia
de la desigualdad puede generar un impacto directo en la econo-
mía que es importante reconocer. Los resultados que se obtienen
se orientan a demostrar el nivel de participación de las mujeres, ya
que se exponen resultados de forma comparada, utilizando la va-
riable género y en algunos casos de forma histórica. De la misma
manera, los datos comparados entre países permiten identificar los
entornos nacionales más favorables para las mujeres.
4|RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Para observar el nivel de participación de la mujer en la econo-
mía es importante considerar datos relacionados con el tema laboral
principalmente, ya que representa un elemento que incide de ma-
nera directa en a la fuerza productiva de los Estados. Los datos que
se exponen a continuación intentan dejar en evidencia que existen
países como Ecuador donde las condiciones de las mujeres frente al
salario y empleo siguen siendo menores dentro de la región. Como
punto de partida tenemos una muestra tendencial de la representa-
ción de trabajadores asalariados mujeres como porcentaje del em-
pleo femenino de cuatro países, donde se observa una brecha am-
plia entre Argentina y Bolivia y no muy divergente entre Ecuador
y Perú a lo que se puede identificar que el tipo de empleo defini-
do como "trabajos remunerados", mantienen contratos de empleo
implícitos o explícitos (escritos u orales) que les garantizan una re-
muneración básica que no depende directamente de los ingresos
de la unidad para la que trabajan si no de la remuneración estable
que pueden mantener esta realidad (BM, 2021). Un estudio realiza-
do por Madariaga y Ernst (2019), revela que los países con el va-
lor más alto de "Trabajadores asalariados (empleados), mujeres ( %
del empleo femenino)” son del Asia (2019): Katar (99,594), Kuwait
(99,388), Arabia Saudita (98,647), Emiratos Árabes Unidos (97,606),
Bahrein (96,842), Jordán (96,732), Omán (95,567), Rusia (94,556),
Brunei (91,641), Israel (91,187) manteniendo estos resultados muy
representativos en comparación con lo que se demuestra en el Grá-
fico 1.
Gráfico N.1. Trabajadores asalariados (empleados), mujeres ( % del empleo femenino).
Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial.
Los problemas del mercado laboral en relación con la calidad
del trabajo, el desempleo y la desigualdad entre mujeres y hombres
son universales, pero su carácter específico y grado de prioridad di-
fieren según la región y el nivel de desarrollo del país. Con demasia-
da frecuencia, en los países de ingreso bajo las relaciones de trabajo
ni siquiera permiten estar a salvo de la pobreza. Si bien la pobreza
laboral en general se reduce con el desarrollo económico, otros lo-
gros del mercado laboral, como la formalidad, el acceso al sistema
de seguridad social, la seguridad en el empleo, la negociación co-
lectiva y el cumplimiento de las normas del trabajo y los derechos
en el trabajo, para muchos países siguen siendo, en distinto grado,
inaprensibles (Klasen et al., 2019).
La participación entre mujeres y hombres en la economía se de-
rivan de una gama de factores interrelacionados, incluidas las pautas
sociales, los roles de género y las limitaciones socioeconómicas que
suelen estar muy arraigadas en las sociedades.
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En un informe elaborado por la OIT (2017) se explican las diversas
actitudes y preferencias en el mundo con respecto al rol de la mujer
en la economía.
Como también la participación de la mujer en la economía se
la puede identificar por medio de la cantidad de mujeres emplea-
dores como porcentaje al empleo femenino, durante las últimas dé-
cadas tomando como referencia en tres economías como Ecuador,
México y Chile se identifica que Chile ha logrado incrementar que
la población femenina tome parte importante de los empleadores a
nivel nacional mientras que en Ecuador hay una disminución de las
empleadores mujeres.
Estas tendencias demuestran que a pesar de los progresos no
hay motivos para ser complacientes. Las políticas diseñadas para
mejorar las oportunidades de participación de las mujeres en los
mercados de trabajo han comenzado a dar resultados, pero la mejo-
ría es lenta. Como resultado de esto, las mujeres son más propensas
que los hombres a sentirse desalentadas y a perder las esperanzas
de convertirse en personas económicamente activas. Además, tie-
nen más probabilidades de ser trabajadoras pobres, es decir aquellas
personas que si bien tienen trabajo no logran salir de la pobreza jun-
to con sus familias. Si también se considera la persistente falta de
empoderamiento socioeconómico de las mujeres y la distribución
desigual de las responsabilidades del hogar, resulta claro que aún
son necesarios mayores avances para lograr la igualdad de género
(Berniell, et al., 2019). Ver Gráfico 2.
Gráfico N.2. Empleadores, mujeres ( % del empleo femenino).
Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial.
El aumento de la proporción de mujeres en la fuerza de trabajo
y la reducción de la brecha en las tasas de participación femeninas
y masculinas ha sido una de las tendencias más relevantes detec-
tadas en los mercados laborales en los últimos años. Sin embargo,
durante los últimos diez años ha sido posible detectar matices en
esta realidad, con considerables diferencias entre grupos etáreos y
regiones (CEPAL, 2016).
La incorporación de nuevas tecnologías podría tener un impac-
to positivo en la participación de las mujeres en actividades remu-
neradas (Brussevich, et al., 2018). El trabajo a través de plataformas,
por ejemplo, podría favorecer a las personas que buscan compatibili-
zar el trabajo con la familia o el estudio, al otorgar mayor flexibilidad
en cuanto a la forma, la modalidad y el lugar de trabajo. Sin embar-
go, mayor participación no necesariamente implica mayor calidad
del empleo ni de vida. Resulta necesario incorporar algunas políticas
para evitar que aumente la precarización laboral y se provoque una
sobrecarga de trabajo, de modo que no se generen brechas mayores
de las que ya existen. El desafío es grande, ya que implica actuar en
diversas áreas, por ejemplo, mejorar el acceso de las mujeres a las
nuevas tecnologías y aumentar el uso que hacen de estas, reducir
los estereotipos en los campos de estudio, incorporar regulaciones
que aseguren que una mayor flexibilidad no implique menor cali-
dad, y adaptar los sistemas de seguridad social a las nuevas formas
de empleo (Grigoli, et al., 2018).
Las áreas laborales de las mujeres en América Latina y Caribe
con mayor representación son al comercio, seguido de manufactura
que varían ente 12 % y el 16 %, actividades profesionales alcanzan
alrededor del 5 %, esto incentiva a promover áreas de acción en be-
neficio tanto de hombres como de mujeres como; la educación con-
tinua en tecnología, tanto en áreas básicas como avanzadas, y en las
llamadas habilidades del siglo XXI, como la creatividad, resolución
de conflicto y empatía. Como también replantear la infraestructura
de protección social para que incluya a aquellos trabajadores que lo
hacen desde ubicaciones remotas o entornos más flexibles.
En términos generales, hay condiciones que hace a las mujeres
más vulnerables que los hombres frente a estas grandes tendencias:
una es la baja participación laboral; la desigual distribución de hom-
bres y mujeres en ciertas áreas de estudio u ocupaciones; y la segre-
gación vertical, que es la dificultad que enfrentan las mujeres para
acceder a puestos directivos, muchos de estos problemas empiezan
desde la infancia y continúan rumbo a la juventud. Las normas cultu-
rales y sociales fomentan que las mujeres realicen tareas relaciona-
das con el cuidado como la educación, salud o el servicio doméstico;
mientras que a los hombres se les estimula a elegir áreas más mate-
máticas y técnicas, como la ingeniería o la computación, etc. (BID,
2020).
Para analizar el tema de la economía y las mujeres es impor-
tante considerar, además, la autonomía en este sector de la pobla-
ción. Los ingresos propios como el acceso al trabajo remunerado son
factores que inciden en la participación económica de las mujeres,
condiciones que pueden estar siendo atendidas de forma diferente
en los países de América del Sur, lo que puede generar un impacto
en el bienestar de las mismas como en las condiciones de vida de
la población en general. Finalmente, para mejorar la calidad de los
empleos en los sectores de atención, educación y salud, para que in-
cluyan protección social, brinden estabilidad económica y ofrezcan
una movilidad ascendente (BID, 2022), ver Gráfico 3.
En el Gráfico 4 se presentan los resultados de la población sin
ingresos propios, se toma como referencia el comparativo entre nue-
ve países de América del Sur con el propósito de establecer las con-
diciones que se viven a nivel regional. Es importante destacar que
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los datos obtenidos revelan que en todos los países las mujeres re-
presentan la mayor parte de la población sin ingresos propios, mien-
tras que el porcentaje de los hombres que no mantiene ingresos
propios es inferior en todos los países estudiados.
Gráfico N.3. Áreas laborales que se concentran las mujeres y hombres en América Latina y Caribe.
Fuente: Elaboración propia con datos del BID (2022).
Que las mujeres cuenten con ingresos propios es un tema de
especial relevancia ya que da muestras de la vulnerabilidad en la
que se pueden encontrar como de su falta de autonomía económi-
ca. Sobre este tema Mencias (2021), afirma que la falta de ingresos
propios en las mujeres es un referente de la desigualdad de las socie-
dades y de la falta de empleo de las mismas. Se trata de una proble-
mática constante ya que en América Latina se estima que aproxima-
damente el 28 % de las mujeres vive en condiciones de dependencia
económica (CEPAL, 2019), lo que implica el cumplimiento de un tra-
bajo no remunerado, que les impide adquirir recursos propios. Este
dato puede además estar relacionado con los niveles de pobreza,
los que pueden estar afectando de manera mucho más directa a la
población femenina.
Gráfico N.4. Población sin ingresos propios.
Fuente: Elaboración propia con datos de CEPAL.
La importancia de los ingresos propios (Gráfico 5) para las mu-
jeres se relaciona con el acceso a las condiciones básicas de vida,
esperanza de vida, niveles de bienestar y posibilidades de desarro-
llo. Al ser las mujeres las que en su mayoría enfrentan esta situación
las posibilidades de acceder a bienes y servicios se vuelve limitada.
Desde esta realidad se advierte también que las mujeres pueden
estar enfrentando problemas para acceder a sus derechos en condi-
ciones de igualdad, lo que implicaría que su crecimiento económico
está siendo afectado por la existencia de subordinación o sujeción
(Hernández, 2001). Es importante por ello reconocer cuáles son las
causas que explican este problema, logrando de forma clara deter-
minara que la falta de empleo constituye una de las más claras.
En la actualidad pese a la notable inclusión de la mujer en la
vida pública y económica de los Estados, aun representan la mayor
parte de la población desempleada. Se puede observar el porcentaje
de población que no tiene empleo remunerado y en ella sobresalen
las mujeres.
El mercado laboral refleja las condiciones de estabilidad o ines-
tabilidad de las economías, la población en general se ve afectada
por este fenómeno, pero siguen siendo las mujeres las que con me-
nor frecuencia no logran conseguir trabajos remunerados. En el mis-
mo sentido Kukurutz y Ruiz (2011), reconocen que los movimientos
de decrecimiento económico afectan de la misma manera a hom-
bres como mujeres, sin embargo, los autores citados también
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reconocen que son las mujeres las que se encuentran con menor
nivel de participación.
La autonomía económica como el empleo remunerado son par-
te de los derechos fundamentales del ser humano, es por ello que
la ausencia o acceso diferenciado de estos beneficios hacia las mu-
jeres puede considerarse como un incumplimiento de los principios
de igualdad que se reconocen en el marco legal de los países. El Grá-
fico 6 muestra los resultados del nivel de percepción de ciudadanía
sobre el cumplimiento de los derechos de las mujeres, a traves del
cual es posible reconocer que los países donde existe mayor desem-
pleo de la mujer son aquellos donde la ciudadanía reconoce la falta
de garantía sobre los derechos de las mujeres, es el caso de Brasil.
Gráfico N.5. Población sin trabajo remunerado .
Fuente: Elaboración propia con datos de Latinobarómetro.
El nivel de cumplimiento de los derechos a las mujeres es un
tema relevante en el plano económico ya que existen consideracio-
nes legales que reconocen la participación de la mujer en este tipo
de actividades, sobre todo en relación a la igualdad y no discrimina-
ción. Se reconoce desde este tipo de datos que los países con mayor
nivel de desempleo femenino son aquellos donde la población regis-
tra también mayores niveles de insatisfacción frente a las garantías
que el Estado brinda para las mujeres.
La autonomía económica femenina es importante para el bien-
estar de la población y una muestra del ejercicio de otros derechos
como el empleo. Colombia y Ecuador son los países donde las con-
diciones de autonomía de las mujeres son más débiles lo que consti-
tuye uno de los principales desafíos para sus gobiernos, ya que son
realidades en las cuales persiste la pobreza y la desigualdad. Los da-
tos que se han expuesto en este apartado permiten reconocer que
existen desigualdades dentro del campo económico, basadas en el
género que estan afectando de manera directa a las mujeres. Los
países con economías en vías de desarrollo generan oportunidades
heterogeneas a las mujeres que permiten que esta brecha de des-
igualdad persista.
Gráfico N.6. Percepción sobre si los derechos de las mujeres están garantizados.
Fuente: Elaboración propia con datos de Latinobarómetro.
La percepción sobre si los derechos de las mujeres están ga-
rantizados varía significativamente según el país, la cultura y el con-
texto en el que se haga la pregunta. En algunos países, las mujeres
tienen pleno acceso a la educación, la salud, el empleo y la participa-
ción política, mientras que, en otros, las mujeres enfrentan barreras
significativas en el ejercicio de sus derechos y libertades básicas. A
nivel global, aún hay importantes desafíos para garantizar los de-
rechos de las mujeres. Por ejemplo, la discriminación y la violencia
de género siguen siendo una realidad para muchas mujeres en todo
el mundo, y las brechas de género en la educación, el empleo y la
participación política persisten en muchos países.
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Sin embargo, también hay razones para el optimismo, ya que
muchas comunidades y países han tomado medidas para mejorar la
situación de las mujeres y promover la igualdad de género. Los mo-
vimientos de mujeres, la lucha por los derechos de las mujeres y la
creciente conciencia pública sobre la importancia de la igualdad de
género están llevando a cambios significativos en muchos países y
regiones. En resumen, la percepción sobre si los derechos de las mu-
jeres están garantizados es compleja y depende de muchos factores
diferentes.
5|CONCLUSIONES
A partir de los resultados que se han expuesto, se puede concluir
que la participación de las mujeres en la economía es un tema que
aun no se fortalece dentro de los países de América del Sur. El por-
centaje de mujeres que recibe un salario y participa en el sector pro-
ductivo como empleadoras aun es reducido. Ecuador es uno de los
países que se identifica como más débil en este aspecto, demostran-
do que los niveles de participación de las mujeres aun son mínimos.
Aumentar la participación de las mujeres en las actividades re-
muneradas se ha convertido en un objetivo de política tanto por mo-
tivos de equidad como por motivos sociales y económicos. El acceso
al mercado laboral remunerado está relacionado con la autonomía
de las mujeres en el sentido más amplio, lo que tiene un impacto
directo sobre múltiples aspectos sociales. La autonomía económica
es un pilar fundamental para el desarrollo personal de las mujeres
y, por definición, requiere que estas perciban ingresos que les per-
mitan superar la pobreza y disponer de su tiempo libremente para
capacitarse, acceder al mercado laboral, desarrollarse profesional y
personalmente, participar de manera activa en la vida social y polí-
tica, y dedicarse a sus seres queridos sin que ello se transforme en
una barrera para el logro de sus propias aspiraciones.
En el caso de la autonomía economía también es importante
resaltar que son las mujeres las que en todos los países tienen me-
nos oportunidades de generar ingresos propios, una condición que
pone de manifiesto la vulnerabilidad de las mismas para lograr auto-
nomía, bienestar y mejores niveles de desarrollo. Países como Perú,
Brasil y Ecuador, destacan por poseer mayor porcentaje de mujeres
en condiciones de dependencia económica. Destaca que los países
ya mencionados son también los que registran mayor nivel de mu-
jeres sin empleo remunerado.
Se logra demostrar en este trabajo, a partir de los datos empíri-
cos ya analizados, que la autonomía económica se consolida a partir
de las oportunidades de empleo y al ser la población femenina la que
menos oportunidades tiene de acceder a un empleo esto ocasiona
que deba enfrentar con mayor frecuencia situaciones de dependen-
cia. De esta manera es posible concluir que los países de América
del Sur, cuentan con economías que reflejan graves desigualdaes
relacionadas con el género lo que no sólo produce afectaciones de
tipo individual sino además colectiva, ya que se ha demostrado que
la inclusión de las mujeres en los sectores productivos genera gran-
des beneficios para toda la población.
Los problemas que enfrentan las mujeres para incertarse en la
vida económica de los países, es advertida de manera directa por
la población de estos países ya que la percepción sobre el efectivo
cumplimiento de los derechos de las mujeres es muy baja en toda la
región. A excepción de Uruguay, el resto de países de América del
Sur que considera que los derechos de las mujeres se cumplen de
manera efectiva es inferior al 12 %, cifras preocupantes ya que de-
muestran que existen temas pendientes por atender para erradicar
la desigualdad en la región. A partir de las conclusiones generadas
en el presente estudio, se reconoce la importancia de plantear una
futura agenda de investigación donde se aborden temas relaciona-
dos con las políticas públicas económicas y la participación de las
mujeres, desarrollo de la economía feminista en la región, así como
también el estudio económico a partir de la realidad de sectores vul-
nerables y su nivel de participación en sectores productivos de los
países de la región.
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