Cárdenas-Sempertegui, M., Cevallos-Rodríguez, E., Tonon-Ordoñez, L.
Vol.12-N°2, Julio - Diciembre 2024
p-ISSN:2602-8204 |e-ISSN 2737-6257
1|INTRODUCCIÓN
Comúnmente se considera a una economía como “exitosa”
cuando tiene la capacidad de aumentar el nivel de ingreso nacional
y el consumo de los individuos y, por consiguiente, la calidad de vida
y bienestar. Este crecimiento atribuido erróneamente a la acumula-
ción de riqueza, no toma en cuenta el impacto social y ambiental
que la actividad económica conlleva. Martínez-Alier (2013) critica
al actual modelo económico basado en el crecimiento ilimitado en
las sociedades, argumentando que éste es insostenible debido a la
sobreexplotación de los recursos naturales y a la creciente desigual-
dad social. En el modelo económico clásico las cuentas nacionales
constituyen una herramienta clave para evaluar el impacto de las
políticas económicas y comprender la estructura económica de un
país (González et al., 2022). El comportamiento global de una econo-
mía es medido por un número reducido de variables con característi-
cas netamente monetarias, llamados indicadores macroeconómicos
que se derivan de las cuentas nacionales, entre los que se destacan
el Producto Interno Bruto (PIB) y el Producto Nacional Neto (PNN)
(Mankiw, 2012 y Jackson, 2016).
A pesar de ser utilizados para juzgar la riqueza y el desempeño
económico de los países, reciben varias críticas (Lachaud y Maldona-
do, 2011), como lo manifiestan Stiglitz (2009), Helliwell et al. (2017)
y Daly (2007) estos indicadores presentan limitaciones en términos
de la capacidad para reflejar realmente el impacto ambiental de las
actividades económicas, y no consideran al capital natural en sus
mediciones, además, el PIB no mide la distribución del bienestar eco-
nómico, sino que se enfoca únicamente en la cantidad de bienes y
servicios producidos. Dasgupta et al. (2022) consideran al capital na-
tural esencial para la el bienestar humano, plantearon que su valor
económico debe ser integrado en los indicadores macroeconómicos
para una correcta toma de decisiones políticas y económicas en un
país.
Otra de las críticas más significativas a estos dos indicadores
es que en su medición se considera a los gastos compensatorios o
gastos defensivos como algo positivo, Fiszbein et al. (2009) y Hen-
derson et al. (2012) enfatizaron que esto puede llevar a una sobres-
timación del bienestar y falsa percepción del desarrollo económico,
ya que no consideran la distribución desigual de los beneficios eco-
nómicos y sociales. Leach (2009) argumentó que estos gastos com-
pensatorios están destinados a prevenir o compensar daños ambien-
tales, por ninguna razón deberían ser considerados como un aumen-
to neto en el bienestar económico, y que en realidad estos deberían
restarse del PIB para obtener una estimación más real.
Igualmente, Tanuro (2012) criticó al PIB, ya que asevera que es-
te indicador aparte de no reflejar los impactos negativos ambienta-
les generados por las actividades económicas, no considera la amor-
tización del capital natural, como lo ratifican De Groot et al. (2012)
no se reconoce el valor de los recursos naturales y los ecosistemas
que proporcionan beneficios a largo plazo en términos económicos
y sociales, como el agua limpia, el aire puro, biodiversidad o paisajes
naturales, así mismo, plantearon la necesidad de llegar a construir
una economía capaz de mantener una relación equilibrada y sosteni-
ble entre el crecimiento económico, la conservación de los recursos
naturales.
Para lograr sostenibilidad, Demaria et al. (2015); Martínez-
Alier et al. (2010) propusieron basarse en la economía ecológica,
que reconoce la interdependencia entre la economía humana y el
ambiente natural. La economía ecológica ha propuesto diversas al-
ternativas a los clásicos indicadores macroeconómicos, buscando
medir el bienestar humano y la sostenibilidad económica de una ma-
nera integral, estos indicadores incluyen el Índice de Desarrollo Ge-
nuino (IDG), el Índice de Felicidad Nacional Bruta (IFNB), el Índice
de Huella Ecológica (IHE) (Hardt y O’Neill, 2017).
Dentro de este contexto, el objetivo de este trabajo, desde la
visión de la economía ecológica pretende analizar las propuestas de
estos nuevos indicadores económicos que integran aspectos socia-
les y ambientales, los principales hallazgos de esta revisión refleja-
ron que si bien existen varias propuestas de autores que plantean
indicadores ecológicos, no cuentan con el suficiente respaldo cientí-
fico ni la base cuantitativa como para que los países lleguen a adap-
tar estas mediciones en sus cuentas nacionales, igualmente a partir
de esta investigación se destaca la necesidad de potenciar los in-
dicadores macroeconómicos sostenibles para contribuir a la toma
correcta de decisiones políticas y económicas para alcanzar un cre-
cimiento económico sostenible y bienestar de un país. La estructura
del presente artículo parte desde una revisión teórica, luego la meto-
dología seguida, los resultados de la revisión de literatura, y finaliza
con los apartados de conclusiones y recomendaciones.
2|TEORÍA Y REVISIÓN DE LA LITE-
RATURA PREVIA
2.1 |Economía ecológica
Debido a las crecientes preocupaciones sobre el uso irrespon-
sable de los recursos naturales, el desafío de las naciones está en
considerar a la sostenibilidad para disminuir el deterioro del planeta
(Oblitas et al., 2019). Según Vargas et al. (2017) la segunda década
del siglo XXI ha traído problemas severos como el cambio climático,
la escasez de recursos no renovables la crisis en sectores como la
de combustibles, alimentos y agua. Caro-Ramírez, (2016), D’Amato
y Korhonen, (2021) afirmaron que para que exista un adecuado ma-
nejo de los recursos humanos, naturales, de capital, tecnología y co-
nocimiento, se requiere un intenso diálogo científico y político en el
plano de la economía ecológica.
Muradian y Martínez-Alier (2001), destacaron que la economía
ecológica considera el bienestar humano y la sostenibilidad econó-
mica de un país, argumentando que la manera clásica en la que se
cuantifica la economía, no toma en cuenta el agotamiento de los
recursos naturales. El concepto de economía ecológica ha sido es-
tablecido por varios autores a lo largo del tiempo. Daly (2007) es
considerado como uno de los fundadores de la economía ecológi-
ca, Costanza (2019) reconocido por su trabajo en la valoración eco-
nómica de los servicios ecosistémicos, mientras que Martínez-Alier
et al. (2010), han sido importantes defensores de la equidad en la
distribución de los costos ambientales. Según Martínez-Alier et al.
(2010), Kallis (2011), Maurin y Vergragt (2010) el crecimiento eco-
nómico no puede continuar indefinidamente sin tener en cuenta los
"límites ecológicos", que se refieren a las limitaciones de recursos
naturales y la capacidad del ambiente para absorber los desechos
y contaminantes generados por la producción de un país y el de-
sarrollo de su economía, es decir la actividad económica debe ser
sostenible y respetando los límites de los recursos naturales para
asegurar el bienestar de las generaciones futuras.
2.2 |Críticas ecológicas a los indicadores
macroeconómicos PIB Y PNN
La economía ecológica planteada como un nuevo paradigma
económico, sugiere un enfoque centrado en la protección del am-
biente como un elemento crucial, así como analizar el impacto que
las actividades humanas generan, y que involucran el uso de recur-
sos ambientales (Cuadra et al., 2017). Dentro de este contexto, un
elemento fundamental para entender la interacción entre la econo-
mía y el entorno, es la ïnternalización de costos ambientales", que
se relaciona con la forma en que los mercados y los sistemas econó-
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